La joven virgen en su lecho mullido,
siéntese presa de deseos y de colvulsiones,
es un "algo" muy intenso, febril y desconocido,
la atormenta con crueles tentaciones.
Recorre tenazmente su cuerpo primoroso,
un miesterioso fuego abrasa sus extrañas,
se escapa de sus labios el eco de un sollozo,
y lágrimas ardientes rutilan sus pestañas.
Estruja entre sus dedos las sábanas del lecho,
se agita, se retuerce, se agranda su pupila,
y es un voraz incendio la luz de su mirada.
Como una flor, palpita su corazón en su pecho,
a carcajadas rie... después queda tranquila...
es el instrumento del martirio de joven intocada.
JOSE RAUL