El misterio nocturno era bueno,
ella estaba como nunca bella,
y tenía en sus ojos la centella,
luz de gozo, conquistado al vino.
De su alto balcón,apostrófome a tino,
y rostro al cielo departí con ella,
tierno y audaz, como una estrella,
con timbre de voz, trémulo y fino.
Aventura feliz, que ahora remoro,
con mucho afán y con un soneto,
monto un suspiro como perla de oro.
JOSE RAUL