REGALO DE AMANTE
Anoche, en el jardín, te ofrecí el vino espumeante
de mi juventud. Tu te llevaste la copa a los labios,
cerraste los ojos y sonreíste;
y mientras, yo alcé tu velo, solté tus trenzas
y traje sobre mi pecho tu cara dulcemente silenciosa; anoche,
cuando el sueño de la luna rebosó el mundo del dormir.
Hoy, en la calma, refrescada de rocío, del alba,
tú vas camino del templo de Dios, bañada y vestida de blanco,
con un cesto de flores en la mano.
Yo, a la sombra del árbol, me aparto inclinando la cabeza;
en la calma del alba, junto al camino solitario del templo.
Rabindranath Tagore