No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme sin haberlo merecido.
Espero que en mi última hora, no muy lejana.
No me abandones y me acojas en tu seno.
Y me permitas reunirme con los seres
que un día me precedieron.
Me duelen tus afrentas y tu muerte
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Seguiré tus pasos si así lo deseas.
Tu camino será el mío, aunque no me creas.
Pues andaré diligente, con mis pies cansados.
Mis manos están vacías de méritos valuables.
Tampoco cometí desvíos intencionados.
Tal vez, te hice daño sin intención.
Pero aquí estoy implorando tu perdón.
Sé que lo conseguiré de tu infinita bondad.
Aunque no merezca tu divina decisión.
Vanessa y Casimiro