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General: CUADRO "LOS GIRASOLES".- VICENTE VAN GOGH
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Resposta  Missatge 1 de 4 del tema 
De: Lolis Navarrete  (Missatge original) Enviat: 06/02/2012 03:40

 

El artista le dio los últimos toques a su cuadro. Era un cuadro que él había titulado «Girasoles».

El cuadro estaba lleno de trazos coloridos, enérgicos y seguros. Pero el artista, debido a su

extremada pobreza y a una enfermedad que lo consumía, había sucumbido ante una profunda

 depresión. Lo cierto era que su demencia y su muerte no estaban lejanas.

Acercándose a un amigo, le dijo tristemente: «Nadie me lo quiere comprar. Ojalá me dieran

500 francos por él.» Quinientos francos, allá por 1890, año de la muerte del artista,

representaban apenas unos 125 dólares.

En marzo de 1987, una compañía japonesa adquirió ese mismo cuadro, «Girasoles», por la suma

de cerca de cuarenta millones de dólares.

¿Quién era el artista? El gran Vicente Van Gogh. Éste, por supuesto, no podía advertir,

 desde su momento en la historia, lo increíblemente famoso que llegaría a ser.

Van Gogh no puso sólo pintura sobre la tela. Vertió en ella su alma. Él fue uno de los

más grandes pintores impresionistas de todos los tiempos. Sabía cómo plasmar en el lienzo,

 con una habilidad natural, la combinación exacta de luces y sombras y colores.

Pero Van Gogh fue un desventurado toda su vida. Hijo de un pastor protestante holandés,

su vida transcurrió en medio de dolores, frustraciones, errores y fracasos. Como pintor,

fue supe genial; como ser humano, nunca aprendió a vivir. Casi demente ya, concluyó su

vida en París, suicidándose.

Ese cuadro, que ni en 125 dólares pudo Van Gogh vender, en el transcurso de los años llegó

 a valer casi 40 millones de dólares.

¿Qué había en su cuadro «Girasoles» que le dio tanto valor?

Creación, arte, genio y amor.

Así como el «Girasoles» de Van Gogh, cada uno de nosotros es un lienzo que,

en las manos  del Artista Supremo Jesucristo, puede ser transformado en una

obra maestra. Cristo vierte, en los que confían en Él, todo el poder del cielo.

Lo que antes era fracaso —ya sea  fracaso en el matrimonio, en las relaciones,

en el negocio o en la vida— Él lo transforma  en victoria.

La persona que moral y socialmente valía muy poco, después de conocer a Cristo vale

tanto como vale la vida eterna. Por lo tanto, si nos sentimos afligidos por haber perdido

todo  amor propio, cobremos ánimo. Cristo puede infundirnos su amor Divino.

Permitámosle  que nos dé una nueva vida y un nuevo sentido de valor.

Más gracias sean dadas a Dios,

que nos da la victoria por medio de nuestro

Señor Jesucristo.

1 Co 15.57

 

Lolis Navarrete



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Resposta  Missatge 2 de 4 del tema 
De: Lolis Navarrete Enviat: 07/02/2012 03:46

 

El artista le dio los últimos toques a su cuadro. Era un cuadro que él había titulado «Girasoles».

El cuadro estaba lleno de trazos coloridos, enérgicos y seguros. Pero el artista, debido a su

extremada pobreza y a una enfermedad que lo consumía, había sucumbido ante una profunda

 depresión. Lo cierto era que su demencia y su muerte no estaban lejanas.

Acercándose a un amigo, le dijo tristemente: «Nadie me lo quiere comprar. Ojalá me dieran

500 francos por él.» Quinientos francos, allá por 1890, año de la muerte del artista,

representaban apenas unos 125 dólares.

En marzo de 1987, una compañía japonesa adquirió ese mismo cuadro, «Girasoles», por la suma

de cerca de cuarenta millones de dólares.

¿Quién era el artista? El gran Vicente Van Gogh. Éste, por supuesto, no podía advertir,

 desde su momento en la historia, lo increíblemente famoso que llegaría a ser.

Van Gogh no puso sólo pintura sobre la tela. Vertió en ella su alma. Él fue uno de los

más grandes pintores impresionistas de todos los tiempos. Sabía cómo plasmar en el lienzo,

 con una habilidad natural, la combinación exacta de luces y sombras y colores.

Pero Van Gogh fue un desventurado toda su vida. Hijo de un pastor protestante holandés,

su vida transcurrió en medio de dolores, frustraciones, errores y fracasos. Como pintor,

fue supe genial; como ser humano, nunca aprendió a vivir. Casi demente ya, concluyó su

vida en París, suicidándose.

Ese cuadro, que ni en 125 dólares pudo Van Gogh vender, en el transcurso de los años llegó

 a valer casi 40 millones de dólares.

¿Qué había en su cuadro «Girasoles» que le dio tanto valor?

Creación, arte, genio y amor.

Así como el «Girasoles» de Van Gogh, cada uno de nosotros es un lienzo que,

en las manos  del Artista Supremo Jesucristo, puede ser transformado en una

obra maestra. Cristo vierte, en los que confían en Él, todo el poder del cielo.

Lo que antes era fracaso —ya sea  fracaso en el matrimonio, en las relaciones,

en el negocio o en la vida— Él lo transforma  en victoria.

La persona que moral y socialmente valía muy poco, después de conocer a Cristo vale

tanto como vale la vida eterna. Por lo tanto, si nos sentimos afligidos por haber perdido

todo  amor propio, cobremos ánimo. Cristo puede infundirnos su amor Divino.

Permitámosle  que nos dé una nueva vida y un nuevo sentido de valor.

Más gracias sean dadas a Dios,

que nos da la victoria por medio de nuestro

Señor Jesucristo.

1 Co 15.57

 

Lolis Navarrete


Resposta  Missatge 3 de 4 del tema 
De: Lolis Navarrete Enviat: 10/02/2012 04:14

El artista le dio los últimos toques a su cuadro. Era un cuadro que él había titulado «Girasoles».

El cuadro estaba lleno de trazos coloridos, enérgicos y seguros. Pero el artista, debido a su

extremada pobreza y a una enfermedad que lo consumía, había sucumbido ante una profunda

 depresión. Lo cierto era que su demencia y su muerte no estaban lejanas.

Acercándose a un amigo, le dijo tristemente: «Nadie me lo quiere comprar. Ojalá me dieran

500 francos por él.» Quinientos francos, allá por 1890, año de la muerte del artista,

representaban apenas unos 125 dólares.

En marzo de 1987, una compañía japonesa adquirió ese mismo cuadro, «Girasoles», por la suma

de cerca de cuarenta millones de dólares.

¿Quién era el artista? El gran Vicente Van Gogh. Éste, por supuesto, no podía advertir,

 desde su momento en la historia, lo increíblemente famoso que llegaría a ser.

Van Gogh no puso sólo pintura sobre la tela. Vertió en ella su alma. Él fue uno de los

más grandes pintores impresionistas de todos los tiempos. Sabía cómo plasmar en el lienzo,

 con una habilidad natural, la combinación exacta de luces y sombras y colores.

Pero Van Gogh fue un desventurado toda su vida. Hijo de un pastor protestante holandés,

su vida transcurrió en medio de dolores, frustraciones, errores y fracasos. Como pintor,

fue supe genial; como ser humano, nunca aprendió a vivir. Casi demente ya, concluyó su

vida en París, suicidándose.

Ese cuadro, que ni en 125 dólares pudo Van Gogh vender, en el transcurso de los años llegó

 a valer casi 40 millones de dólares.

¿Qué había en su cuadro «Girasoles» que le dio tanto valor?

Creación, arte, genio y amor.

Así como el «Girasoles» de Van Gogh, cada uno de nosotros es un lienzo que,

en las manos  del Artista Supremo Jesucristo, puede ser transformado en una

obra maestra. Cristo vierte, en los que confían en Él, todo el poder del cielo.

Lo que antes era fracaso —ya sea  fracaso en el matrimonio, en las relaciones,

en el negocio o en la vida— Él lo transforma  en victoria.

La persona que moral y socialmente valía muy poco, después de conocer a Cristo vale

tanto como vale la vida eterna. Por lo tanto, si nos sentimos afligidos por haber perdido

todo  amor propio, cobremos ánimo. Cristo puede infundirnos su amor Divino.

Permitámosle  que nos dé una nueva vida y un nuevo sentido de valor.

Más gracias sean dadas a Dios,

que nos da la victoria por medio de nuestro

Señor Jesucristo.

1 Co 15.57

 

Lolis Navarrete


Resposta  Missatge 4 de 4 del tema 
De: Lolis Navarrete Enviat: 14/03/2012 03:55

El artista le dio los últimos toques a su cuadro. Era un cuadro que él había titulado «Girasoles».

El cuadro estaba lleno de trazos coloridos, enérgicos y seguros. Pero el artista, debido a su

extremada pobreza y a una enfermedad que lo consumía, había sucumbido ante una profunda

 depresión. Lo cierto era que su demencia y su muerte no estaban lejanas.

Acercándose a un amigo, le dijo tristemente: «Nadie me lo quiere comprar. Ojalá me dieran

500 francos por él.» Quinientos francos, allá por 1890, año de la muerte del artista,

representaban apenas unos 125 dólares.

En marzo de 1987, una compañía japonesa adquirió ese mismo cuadro, «Girasoles», por la suma

de cerca de cuarenta millones de dólares.

¿Quién era el artista? El gran Vicente Van Gogh. Éste, por supuesto, no podía advertir,

 desde su momento en la historia, lo increíblemente famoso que llegaría a ser.

Van Gogh no puso sólo pintura sobre la tela. Vertió en ella su alma. Él fue uno de los

más grandes pintores impresionistas de todos los tiempos. Sabía cómo plasmar en el lienzo,

 con una habilidad natural, la combinación exacta de luces y sombras y colores.

Pero Van Gogh fue un desventurado toda su vida. Hijo de un pastor protestante holandés,

su vida transcurrió en medio de dolores, frustraciones, errores y fracasos. Como pintor,

fue supe genial; como ser humano, nunca aprendió a vivir. Casi demente ya, concluyó su

vida en París, suicidándose.

Ese cuadro, que ni en 125 dólares pudo Van Gogh vender, en el transcurso de los años llegó

 a valer casi 40 millones de dólares.

¿Qué había en su cuadro «Girasoles» que le dio tanto valor?

Creación, arte, genio y amor.

Así como el «Girasoles» de Van Gogh, cada uno de nosotros es un lienzo que,

en las manos  del Artista Supremo Jesucristo, puede ser transformado en una

obra maestra. Cristo vierte, en los que confían en Él, todo el poder del cielo.

Lo que antes era fracaso —ya sea  fracaso en el matrimonio, en las relaciones,

en el negocio o en la vida— Él lo transforma  en victoria.

La persona que moral y socialmente valía muy poco, después de conocer a Cristo vale

tanto como vale la vida eterna. Por lo tanto, si nos sentimos afligidos por haber perdido

todo  amor propio, cobremos ánimo. Cristo puede infundirnos su amor Divino.

Permitámosle  que nos dé una nueva vida y un nuevo sentido de valor.

Más gracias sean dadas a Dios,

que nos da la victoria por medio de nuestro

Señor Jesucristo.

1 Co 15.57

 

Lolis Navarrete



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