UN DIA CON LOS CERDITOS
Había una vez un niño al que no le gustaba vestirse cuando querían sus papás, ni ponerse lo que le decían tras el baño. El prefería vestir de forma mucho más rara, pero sobre todo, tardar mucho. Sus papás, que siempre tenían prisa, querían que fuera más rápido, pero a él eso no le gustaba y tardaba aún más.
Hasta que un día sus padres tenían prisa, y se enfadaron tanto cuando se negó a vestirse, que le dijeron que saldría desnudo, lo que no le importó en absoluto. Así que salieron, y mientras esperaba desnudo junto a la casa que sus padres trajeran el coche, pasó el cuidador de los cerdos del pueblo.
Ese hombre, que estaba medio sordo y veía muy poco, además había olvidado sus gafas, así que cuando vio la piel rosada del niño, creyó que era uno de sus cerdos, y a voces y empujones se llevó al niño a la pocilga. El niño protestó todo el tiempo, pero como el hombre no oía bien, no le sirvió de nada. Y así pasó todo el día, viviendo entre los cerdos, confundido con uno de ellos, compartiendo su comida y su casa, hasta que sus padres consiguieron encontrarle.
Y el niño lo pasó tan mal ese día, que ya nunca más quiere que le confundan con otra cosa que no sea un niño, y siempre es el primero en vestirse y arreglarse para ser un niño perfecto, de los de libro.
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