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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 07/09/2019 21:29 |
¡YO SOY GOZO DIVINO EN EXPRESIÓN!
En su libro La paz está en cada paso, el maestro Zen Thich Nhat Hanh aconseja: “Camina como si besaras la tierra con tus pies”. ¡Qué imagen tan divina y reverente pintan esas palabras! ¿Te imaginas qué sorprendente y maravillosa sería la vida si camináramos cada día como si nuestros pies estuvieran besando la tierra? Cada momento estaría lleno de una gratitud profunda y gozosa por estar vivo.
Hoy determino adoptar ese nivel de conciencia. Acepto la Verdad de que yo soy una expresión única de Dios, experimentando maravilla y asombro por la oportunidad de vivir. Siento una gratitud tan profunda, que una oleada de gozo baña todo en mi camino. ¡Yo soy el gozo divino en expresión!
Pueblos todos, ¡agiten las manos! ¡Aclamen a Dios con voces de júbilo!—Salmo 47:1
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YO SOY APOYADO EN TODO ASPECTO DE MI VIDA.
Siento fascinación al mirar las estrellas titilantes que resplandecen en el cielo nocturno. Esa visión gloriosa, expande mi fe en el poder organizador del universo que alinea las estrellas y los planetas en orden perfecto. Existe una coordinación divina en acción, un patrón perfecto que incluye mi vida y que pavimenta el camino hacia mis bendiciones.
Junto con mi viaje espiritual, viene la visión de reconocer a Dios como “Dirección buena y ordenada”. Cuando surge un reto, sé que mi naturaleza divina me guiará a través de él. Lleno de fe, miro al próximo horizonte con expectativas positivas. Avanzo a la visión más elevada para mi vida, facultado y en paz, sabiendo que mi bien se desenvuelve.
Lo invisible de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo.—Romanos 1:20
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CONFÍO EN MI UNIDAD CON DIOS.
Yo soy como una casa edificada sobre una roca, firme y segura ante cualquier tormenta. El viento puede azotar y la lluvia puede caer a cántaros, pero nada puede derrumbarme ni destruirme. Me siento confiado en esos momentos cuando recuerdo quien soy y centro mi mente en el Espíritu.
Confío en mí mismo y donde estoy parado. Confío porque soy uno con Dios y tengo fe en Su orden y omnipotencia. Cuando olvido estas verdades y siento preocupación o duda, cambio mis pensamientos para recordar quien soy realmente. Confío en que puedo enfrentar cualquier tormenta que se aproxime, porque estoy edificado sobre la base indestructible del Espíritu. Estoy seguro en mi unidad con Dios.
Pero bendito el hombre que confía en mí, que soy el Señor, y que en mí pone su confianza.—Jeremías 17:7
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AFIRMO SALUD Y SOY SANADO.
Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas cuentan la historia de una mujer quien creía que sería sanada con sólo tocar el borde del manto de Jesús. La mujer, según la historia, había estado enferma por 12 años. Al verla, Jesús le dijo: “Ánimo, hija, por tu fe has sido sanada”. La fe de la mujer permitió que la salud resplandeciera por medio de la enfermedad. Ella sanó.
Como una emanación de Dios, la salud es mi derecho de nacimiento. La plenitud mantiene mi cuerpo, mente y mis emociones en equilibrio perfecto. Dejo ir cualquier creencia en enfermedad, escasez o limitación y enfoco mi fe en la salud que siempre ha estado presente. Afirmo salud y soy sanado.
Pero Jesús se dio la vuelta, vio a la mujer y le dijo: "Ánimo, hija, por tu fe has sido sanada". Y desde aquel mismo momento quedó sana.—Mateo 9:22
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