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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 02/05/2020 01:52 |
PIENSO, HABLO Y ACTÚO DESDE LA ENERGÍA DEL AMOR DIVINO.
Las relaciones personales cambian según crecemos: la gente se muda y personas nuevas vienen a ser parte de nuestro círculo familiar. Mas el amor es constante a través del cambio. La energía del amor incondicional nos mantiene unidos a pesar de cualquier distancia o cambio.
Si el comportamiento de una persona me parece ofensivo o irrespetuoso, determino mantener y ver a esa persona rodeada de la energía del amor divino, aun si decido que apartarla de mi vida sea lo mejor. Miro más allá del comportamiento, el cual sé que es temporal. Tengo presente que el Espíritu morador eterno es la verdad de su ser. En toda relación personal, pienso, hablo y actúo desde la energía del amor divino —completa e incondicionalmente.
Así como yo los he amado, ámense también ustedes unos a otros.—Juan 13:34
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¡ESTOY LISTO PARA UNA HAZAÑA ESPIRITUAL!
Mi ser espiritual está experimentando tiempo y espacio en un viaje de crecimiento y descubrimiento. Tomo las palabras de Helen Keller: “La vida o es una bella aventura o no es nada” como un reto para cumplir con mi destino como alma en evolución. La fe me empodera para superar todo temor acerca de las condiciones actuales de mi vida o las posibilidades de mi futuro. Como un ser espiritual, recuerdo que estoy expresando mis cualidades divinas por medio de las circunstancias de la vida.
Hoy acepto el reto y mantengo mi conciencia asida a mi Ser Mayor, ese Ser en mí que es ilimitado. Con cada aliento, me levanto cada vez más alto y me expando en la Presencia Infinita. Mi alma brilla según mis pensamientos y sentimientos se tornan más gráciles y brillantes.
A partir de este momento les daré a saber cosas nuevas y secretas que no conocían.—Isaías 48:6
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CONTRIBUYO A LA PAZ MUNDIAL.
Cuando observo conflictos en mi comunidad o en el mundo, tal vez responda con frustración, tristeza o enojo. De ser así, recuerdo que soy más que humano. Yo soy una expresión viviente de Dios, heredero de todo lo que Dios es. Hago uso de mis facultades de sabiduría, comprensión y amor para crear paz perdurable.
Centrado en la paz divina, me doy cuenta de que cada persona es una expresión de Dios, tanto como lo soy yo. A medida que las diferencias desaparecen, de un modo que trasciende el entendimiento humano, reconozco la unidad entre todas las personas del mundo.
Permito que esta realización dé forma a mis respuestas. En una conciencia de unidad con todo y con todos, mis pensamientos, palabras y acciones contribuyen a la paz del mundo.
Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno.—Juan 17:22
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SIENTO CALMA, PAZ Y SOSIEGO.
¿Existe algo en mi vida que me hace sentir tenso? ¿Estoy disgustado con alguien? Es fácil permanecer ofuscado por esas situaciones y difícil dejarlas ir. En momentos como esos, es importante encontrar la calma.
Para suscitar la tranquilidad, me acallo y acudo a la Fuente divina de paz en mí. Recuerdo que también puedo utilizar afirmaciones. Me centro y las digo calladamente en cualquier momento y lugar. Honro cualquier emoción que surja. Cuido de mí con comprensión y amor.
Si percibo que la frustración trata de asomarse nuevamente, escribo lo que estoy sintiendo o lo comparto con un buen amigo. Al prestar atención a lo que ocurre en mí, tomo acción para recobrar mi bienestar.
Que el Señor de paz mismo les dé paz siempre y en toda circunstancia. Que el Señor esté con todos ustedes.—2 Tesalonicenses 3:16
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YO SOY UNO CON EL ORDEN DIVINO DEL UNIVERSO.
El orden divino es la energía que mantiene la estructura del universo. Los planetas siguen sus órbitas alrededor del sol. Las estrellas mantienen su lugar asignado. El sol sale y se pone; y las horas que pasan reflejan este orden. Sin embargo, existen momentos en los que siento que tengo puesto un letrero que dice “fuera de orden”.
Si esto ocurre, pasar un momento en oración ayuda a que me alinee de nuevo con el orden del universo. Dejo de prestarle atención al caos aparente y sosiego mis pensamientos. Inhalo paz, y me calmo permitiendo que la Verdad llene mi mente. ¡Yo soy uno con el orden divino del universo! Mantengo presente esta afirmación durante el día. Estoy atento al ritmo de la vida y doy gracias por cada demostración de orden.
Siempre y cuando todo se haga decentemente y con orden.—1 Corintios 14:40
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ABRO MI CORAZÓN AL PERDÓN.
Tal como un infante aprende mediante la prueba y el error, yo también puedo aprender de mis errores. Esto es parte de la experiencia de un alma en evolución, de manera que determino perdonar mis desatinos y las equivocaciones de los demás. Con un corazón abierto puedo perdonar y demostrar compasión.
Recuerdo que la vida es un proceso de crecimiento y aprendizaje. El perdón no solo beneficia a la persona a quien perdono; también promueve mi crecimiento espiritual. Tengo presente que ser flexible y afable es necesario para el sendero de toda alma.
Al ofrecer perdón, realmente me estoy dando un regalo a mí mismo. Lo que doy, también recibo. Mi corazón está abierto al perdón.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos serán tratados con misericordia.—Mateo 5:7
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