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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 12/11/2020 03:50 |
SIENTO GRATITUD POR LA PROTECCIÓN QUE HE RECIBIDO.
A veces, he buscado a los demás por su fuerza y valor, especialmente en momentos en que me he sentido sin voluntad para ayudarme a mí mismo. Doy gracias por aquellas personas en mi vida que fueron fuertes cuando mi fortaleza menguaba, por quienes fueron valientes cuando yo luchaba para superar mis obstáculos y valerosos cuando yo no podía defenderme.
Su protección y cuidado me mantuvieron a salvo hasta que pude sostenerme a mí mismo. Su ejemplo ha permanecido conmigo. Ahora, acudo al Espíritu divino en mí cuando me siento vulnerable y necesito protección. Recurro a la fortaleza que mora en mí. Agradezco la Presencia protectora según prosigo en mi sendero.
¡Aparte del Señor, no hay otro Dios! ¡Aparte de nuestro Dios, no hay otra Roca! Dios es quien me infunde fuerzas … quien endereza mi camino.—Salmo 18:31-32
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YO SOY PACIENTE Y SIENTO CALMA EN LA PRESENCIA DE DIOS.
La paciencia a veces puede ser elusiva, especialmente en momentos tensos en el trabajo, en el hogar, o cuando creo que no hay suficientes horas en el día para lo que tengo que hacer. Si siento angustia o ansiedad, me aquieto, respiro profundamente y afirmo: La paz llena mi alma.
La paz realmente llena mi alma, porque yo soy uno con la presencia de Dios. La paz es mi realidad, a pesar de las apariencias. Recuerdo esa verdad a lo largo del día. Tomo un momento para descansar en la presencia de Dios. Al hacerlo, me sereno consciente de que las situaciones difíciles son temporales y pasarán. Se me hace más fácil ser paciente cuando recuerdo que Dios siempre está conmigo. Hoy me mantengo firme, paciente y afable.
Gran regocijo hay en mi corazón y en mi alma; todo mi ser siente una gran confianza.—Salmo 16:9
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ACEPTO EL DON DE LA GRACIA CON GRATITUD.
Experimento la gracia de muchas maneras: como amor divino, bondad, perdón y como absoluta unidad con Dios. La gracia es uno de mis más grandes dones. No puedo dar más que Dios, pero puedo ser un conducto a través del cual esos dones fluyen hacia el mundo. Comparto el bien que recibo en cada oportunidad que tengo. Yo soy compasivo.
Sé que puedo transmitir amor con mis oraciones, pensamientos y acciones. Tengo la oportunidad de servir usando mis dones y talentos únicos para perpetuar el fluir de bien en el mundo. Dar expresa mi gratitud por la gracia divina. Me mantiene humilde, abierto a recibir y consciente de mis innumerables bendiciones.
Ponga cada uno al servicio de los demás el don que haya recibido, y sea un buen administrador de la gracia de Dios en sus diferentes manifestaciones.—1 Pedro 4:10
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VIVO UNA VIDA DE GRATITUD.
Expresar gratitud es esencial para mi práctica espiritual. No importa dónde vaya o lo que haga, tomo el tiempo para dar gracias. Sentirme agradecido durante el día me mantiene enfocado en mis bendiciones y en la presencia de Dios. Hoy haré una pausa para dar gracias por todas las personas y vivencias que me han ayudado en mi sendero.
Me propongo dejarles saber a mis seres queridos cuánto significa para mí que sean parte de mi vida; cuánta alegría y cuánto amor siento por ellos. Profundizo mi conciencia centrándome en la presencia de Dios.
Cada cierto tiempo centro mis pensamientos con oraciones de gratitud. Hacerlo me ayuda a superar cualquier desafío que pueda estar enfrentando y me brindan profunda paz.
¡Alabemos al Señor, porque él es bueno; porque su misericordia es constante!—Salmo 107:1
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YO SOY ABUNDANTEMENTE PRÓSPERO.
La prosperidad es mucho más que las posesiones materiales. El dinero es de poco valor si mi vida no está llena de amor, gozo y paz. Si no vivo una vida centrada en el espíritu, ¿soy realmente próspero? Presto atención para ver todas las maneras en que la prosperidad llega a mi vida. Estoy atento a las bendiciones que puedan pasar desapercibidas.
Tener suficiente alimento para comer, ropa que vestir, un lugar donde vivir y seres queridos a mi alrededor, son maneras de ser próspero. Yo siento gratitud por la abundancia de bien que viene hacia mí y aún no puedo verla. Mi vida es mucho más rica de lo que puedo imaginar. Confío en que Dios es mi provisión infalible. Hago mi parte cuando oro conscientemente para crear la prosperidad que deseo experimentar.
Si obedecen a Dios y le sirven, Dios les concede días de paz y bienestar.—Job 36:11
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AL ORAR, ENCUENTRO PROFUNDA PAZ.
Mientras más ocupado estoy, más elusiva puede parecer la paz. Cuando la calma se me escapa, sé que debo aquietar mi mente y abrir mi corazón para redescubrir la paz de Dios en mí. Comienzo respirando profundamente. Poco a poco, mi respiración sosiega mis pensamientos y calma mis sentimientos. Al tranquilizarme, afirmo: La paz profunda es mía ahora.
Al orar libero los pensamientos de todo lo que tengo por hacer. Afirmo orden divino cuando pienso en horarios, obligaciones y ocupaciones. Uso el poder de mi imaginación para visualizar que cumplo con todos mis asuntos y compromisos con aplomo y a tiempo. La paz ya no se siente elusiva, ¡la he descubierto en mí!
Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo.—Juan 16:33
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