Cuando recuerdo que donde quiera que estoy, está Dios, siento seguridad. No importa lo que pase a mi alrededor, mantengo mis pensamientos centrados en Dios. Hacerlo me recuerda que las condiciones externas son temporales y que Dios es la única realidad eterna.
Hoy recuerdo que esa Presencia y Poder mora en mí y se expresa como yo. Esta Verdad me mantiene firme y consciente de que yo soy fuerte y sabio y más valiente de lo que creo.
Ninguna circunstancia en el mundo o en mi vida es más grande que Dios, y Dios está tan cerca de mí como mi próximo aliento. Medito sobre esta verdad y sé que, al confiar en el Espíritu divino, siempre seré protegido.