La cruz es resurreción
Por Celia Escudero Celia Escudero
Lic. en Teología, docente y liturgista
Al acercarse la Semana Santa todos los cristianos, pero en especial aquellos comprometidos con una tarea pastoral, es una oportunidad para que reflexionemos sobre algunos aspectos que son importantes.
Hay muchos lugares donde por falta de una catequesis adecuada, para la celebración de la Semana Santa es necesario que se mantenga una visión poco evangélica del Misterio Pascual. El centro de estos días está exclusivamente en la cruz, pero no muy bien comprendida en cuanto a su valor y significado.
Ante la cruz, la visión puede ser romántica, como recuerdo de algo que pasó. Esto suscita emociones de compasión, de lamento y nada más. “lo que le pasó a Jesús”.Pobre Jesús lo que le hicieron los pecadores. Como si nosotros no fuéramos pecadores. Además esa actitud no compromete nuestras vidas, es el ayer.
También están los que rechazan la cruz, y es más comprensible.Se rechaza porque no se entiende y no se acepta el dolor, que es duro y difícil de asumir, parte del misterio de la vida humana.
La cruz de Cristo sigue presente hoy en el mundo, según sus palabras. Es una cruz la situación de los que tienen hambre y mueren de hambre y también de sed. Los migrantes y desplazados por muchas causas, que no tienen dónde refugiarse. Los enfermos, los presos de los que nadie se ocupa. Los ancianos abandonados en instituciones, y los niños abandonados en la calle, víctimas de la droga y la prostitución y tantas otras circunstancias. Cuando en Mt 25, 45, en la parábola del juicio final se plantean estas situaciones, Jesús dice ”Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeños de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo”.
Tal vez los sufrimientos ajenos, no tienen lugar en una sociedad que solo invita a consumir para llenar vacíos de la vida, que se tapan, pretendiendo que no existen. Si nos encerramos en nuestros propios dolores, o los tapamos, no nos haremos cargo de los ajenos.
Para no repetir errores del pasado que sobreviven, atribuyendo el sufrimiento a un especie de destino insalvable, sin salida, debemos recordar que en la perspectiva de Cristo la cruz solo tiene sentido y es salvadora, unida a la luz y la esperanza de la Resurrección.
En el pasaje en que los Evangelios Sinópticos relatan el primer anuncio de su Pasión que hace Jesús, ya aparece la resurrección. Pero como nosotros, los discípulos rechazan la idea del sufrimiento, y Jesús les hace ver que “es necesario” pasar por la cruz para llegar a la gloria.
En esta Pascua, pidamos al Señor que abra nuestro corazón y nuestra mente para recuperar el verdadero sentido de la cruz, para mirarla desde otro lugar, para reconocer a los crucificados de este momento histórico, crucificados por el egoísmo humano, la injusticia y la indiferencia. Pero no nos quedemos en lamentaciones estériles, cada uno en lo que pueda, onga su mirada en algún crucificado, que a lo mejor tiene muy cerca y no lo ve, porque su situación es cotidiana, sencilla, pero está ahí, esperando que alguien le alivie en su dolor y le de un horizonte de esperanza, o de consuelo. Al aliviar la soledad, la necesidad, el dolor tal vez se ilumine un poco como anticipo de la Resurrección definitiva.
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