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Queridos hijos, hoy los
invito a que junto a mí empiecen a construir en sus corazones el Reino de los
Cielos; a olvidar lo que es personal y, guiados del ejemplo de mi Hijo, a pensar
en aquello que es de Dios. Qué desea Él de ustedes. No le permitan a Satanás
abrirles caminos de felicidad terrenal, caminos en los que no está mi Hijo.
Hijos míos, esos son falsos y duran poco. Mi Hijo existe. Yo les ofrezco la
felicidad eterna y la paz, la unión con mi Hijo, con Dios. Les ofrezco el Reino
de Dios. ¡Gracias!
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