Nuestra Señora Madre Dolorosa de Castelpetroso, Italia ( 15 de septiembre y 22 de marzo)
El 22 de marzo de 1888, en Castelpetroso, Molise, Italia, se aparece a dos campesinas, Bibiana y Libera. Delante de una pequeña gruta, entre luces fulgurantes, vieron a la Virgen con Jesús muerto, cubierto de llagas.
María estaba silenciosa y en actitud dolorosa, casi de rodillas, con las manos extendidas y los ojos elevados al cielo en actitud de oración.
El prodigio se repitió delante de muchas otras personas, que acudieron al lugar para contemplar el espectáculo milagroso. Las apariciones continuaron, a veces, llorando; otras, con siete espadas que le atravesaban el corazón o con Jesús muerto a sus pies. Pablo VI proclamó a la Virgen Dolorosa de Castelpetroso, patrona de Molise…
INICIO DE LAS APARICIONES EN LA CUEVA
Bibiana se hallaba de camino a un lugar llamado Cesatra Santi donde la familia tenía un pequeño lote de tierra. Al principio su madre no estaba muy convencida de dejarla ir sola ya que habían muchos lobos salvajes en esa área. Bibiana llevó consigo a su prima Libera y se armó con un rastrillo que también le ayudaría a preparar la tierra para poder sembrarla en la primavera.
La mañana del día 12 de Marzo, como era la costumbre, llevaban un grupo de ovejas a pastar mientras trabajaban la tierra. Alrededor de las 3:00 p.m. se dieron cuenta que las ovejas se habían perdido de vista. Mientras las buscaban pasaron por una pequeña cueva por cuya abertura veían salir un rayo de luz. La entrada a la cueva era tan pequeña que ellas no podían entrar. Vivian estaba sorprendida y alarmada, pero llena de valor como para mirar mas de cerca lo que estaba sucediendo. La fisura en la roca estaba bañada con la luz.
Diez días más tarde, el 22 de Marzo de 1888, llena de curiosidad y con la excusa de seguir cultivando la tierra para la siembra consiguió permiso para ir sola a la cima de Mount Patalecchio. Tan pronto como llegó a Cesa tra Santi, Bibiana fue a la roca y vio, como antes, que estaba iluminada por dentro. Se acercó y arrodillándose, con mucho temor por lo desconocido, con sus manos trató de agrandar la fisura para poder ver mejor.
Fue entonces que, por primera vez, pudo ver la imagen de la Madre Dolorosa con el cuerpo muerto de Jesús a sus pies. La Madre Dolorosa estaba con una rodilla en la tierra, en adoración, su cabeza mirando hacia el cielo de modo suplicante y de sus ojos caían lágrimas; sus manos con las palmas dirigidas hacia el cielo. La Virgen María llevaba un velo púrpura y en su pecho se veía su Corazón traspasado por siete espadas.