El Santo Cristo y Nuestra Señora del Milagro de Salta
Un fuerte terremoto amenazó destruir la ciudad de Salta en 1692. Sus habitantes corrieron a la Iglesia Matriz para pedir piedad al Señor. Allí nació la entrañable devoción de los salteños por el Santo Cristo y Nuestra Señora del Milagro
El sismo que en 1692 acabó con la opulenta y pecaminosa ciudad de Esteco se sintió también en Salta. Sus habitantes acudieron en masa a la Iglesia Matriz para pedir piedad al Señor. Pero a esa hora, 11 de la mañana, el templo se hallaba cerrado. Los pobladores, angustiados, se encaminaron a la plaza y desde allí suplicaron perdón a Dios hasta que por fin se presentó el sacristán para abrir las puertas del templo.
La imagen, intacta ante el Santísimo Los salteños se dirigieron al interior, para rogar ante el Santísimo Sacramento. Pudieron constatar que la imagen de la Limpia y Pura Concepción había caído de su nicho, ubicado a tres metros de altura y allí permanecía, echada al pie del Altar Mayor, con la fisonomía hacia arriba, mirando el Sagrario. Lo que asombró a todos los presentes fue que el nicho donde se encontraba ubicada antes del sismo estaba hecho pedazos, pero la imagen de Nuestra Señora se hallaba intacta.
Notaron también que el rostro de la Santa Madre cambiaba de tono, manifestando sentimientos de angustia, pena y dolor por lo que estaba aconteciendo, y que la piel, un tanto obscura hasta entonces, era ahora pálida y macilenta.
Como los temblores se sucedieron a lo largo de todo el día, los padres mercedarios organizaron por la tarde procesiones, oraciones y sermones con la intención de suplicar la ayuda divina mientras la población entera acudía a confesarse. La imagen fue sacada al exterior y ubicada en la plaza, hacia donde corrieron los salteños para postrarse a sus pies.
El Santo Cristo Crucificado El 14 por la mañana comenzaron a correr las primeras voces de lo que había ocurrido en Esteco y el pánico se generalizó. El padre José Carrión, de la Compañía de Jesús, manifestó en ese momento que el Señor le había indicado que, para obtener el fin de los temblores, debía sacarse en procesión la imagen del Santo Cristo, olvidada en el Altar de las Ánimas.
El 15 de septiembre, el Santo Cristo Crucificado salió del templo a hombros de las principales autoridades de la ciudad, seguido condevoción por todo el pueblo. En ese preciso instante los temblores finalizaron y no se volvieron a repetir. Salta no era Esteco y su población fue salvada por la intervención del Señor y su Divina Madre.
Agradecidos, los salteños piden perdón Los salteños se postraron agradecidos ante la Virgen del Milagro y suplicaron perdón al Santo Cristo Crucificado, recordando como su imagen había llegado flotando al puerto de El Callao en 1592, junto a la Virgen del Rosario, destinada al Convento de Santo Domingo de la ciudad de Córdoba, cada una dentro de un cajón de madera. Recordaron que había sido fray Francisco de Victoria, primer obispo del Tucumán, quien las había enviado desde Madrid con ese destino y como el Crucificado había llegado desde Lima a lomo de mula, el 15 de septiembre de 1592, para ser colocado en un rincón del Altar de las Ánimas, donde permaneció sin ser venerado por el largo espacio de un siglo.
También recordaron a la Virgen de la Purísima Concepción, traída desde España para ser depositada en la capilla particular de la casa solar de los Alarcones, en Salta, poderosa familia que todos los años, el 8 de septiembre, lallevaba a la iglesia de la ciudad para costearle una Misa especial. Aquel año de 1692, los Alarcones olvidaron la imagen y la dejaron en el templo, circunstancia en que ocurrió el hecho que se acaba de relatar, algo que la gente tomó como otro milagro.
Abogada y Protectora El 8 de octubre de aquel agitado 1692, el cabildo salteño calificó de milagrosos los sucesos acaecidos entre el 13 y el 15 de septiembre. Nuestra Señora del Milagro fue designada “abogada”, declarándose día festivo el 13 de septiembre.
El 13 de octubre del mismo año se reconoció a Nuestra Señora como Patrona y Abogada de Salta y a partir de entonces, todos los 15 de septiembre, tanto el Cristo como la Virgen recorren en procesión las calles de la ciudad.
Cuando el 18 de octubre de 1844 la protección de la Virgen del Milagro y del Santo Cristo Crucificado salvó a Salta de un nuevo terremoto, en señal de agradecimiento se colocó al pie del Señor una cinta de plata que decía “Tu noster es, et nos tui sumus” (Señor tú eres nuestro y nosotros tuyos) la cual el padre Linares, luego obispo de la diócesis en 1902, hizo colocar en el reverso de la Cruz, a la altura de los brazos.
(Tomado de la red)
Ilustraciones: Fotografías: Roberto Primón www.catedraldesalta.org
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