Por amor somos lo que somos.
El amor es una fuerza que pasa sobre nuestra voluntad, un viento que vuela sobre nuestros defectos, una magia que transforma nuestra realidad.
El amor es una copa donde debemos beber a sorbos, como el vino, para que llene sin hartar y arda sin consumirse.
El amor es el único que resiste la vida en común sin deteriorarse. La presencia constante, sin querer desaparacer. Las cosas compartidas, sin desear para sí la mejor parte.
Es el sentimiento que más se justifica para entrar. Y el que hace más largo el olvido para salir.
El amor encuentra lo que nadie ha visto, conoce lo que nadie cree, ofrece lo que nadie exige, entrega lo que nadie le pide.
El amor es un arte para el que hay que tener disposición e inclinación. Es una capacidad que incluye todos los tonos del pincel. ¡Y muchos se creen artistas cuando sólo han pintado rostros desfigurados del amor!
El amor es un impulso en desarrollo, palpa, moldea, tienta, siembra. Y de pronto nos damos cuenta de que hemos crecido dentro de otro.
Nace con piel restauradora para las cicatrices y perdón reparador para las ofensas.
Nace con besos debajo de las alas. Cuando las abre, se le vuelven canto.
El amor avasalla, el amor realiza, el amor doblega, el amor intuye.
Y cuando se apodera de la vida, encontramos el eje del universo, el porqué de nuestras razones y el sentido de ser lo que somos.
D/A.