En comparación con los adultos, los niños pequeños son más vulnerables a los tóxicos ambientales debido a su inmadurez fisiológica (las vías aéreas y los alvéolos están en pleno desarrollo) y de los mecanismos de defensa. Pero también porque suelen estar más tiempo expuestos a las emisiones nocivas. Como comienzan a inhalar aire contaminado en edades tempranas, los posibles efectos en su salud van a tener más tiempo de vida para manifestarse y verán reducida en mayor medida su longevidad.
Recientemente, también se ha encontrado una fuerte correlación entre la diabetes adulta y la contaminación atmosférica por partículas finas (PM2,5), incluso en entornos con niveles inferiores de contaminación a los fijados por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), según revela un estudio epidemiológico nacional realizado por el Children's Hospital en Boston y publicado en la revista científica Diabetes Care.
Por cada 10 microgramos por metro cúbico de aumento de las PM2,5, la prevalencia de diabetes aumentaba en términos absolutos alrededor del 1,15%. Falta descubrir los mecanismos por los que se produce ese efecto.
Otro segundo trabajo del centro alemán de la diabetes en Düsseldorf (Alemania) indicaba que las mujeres que vivían próximas a vías con alto nivel de tráfico tenían el 15% más riesgo de sufrir diabetes que las que vivían alejadas de esos focos de polución ambiental.
Articulo del diario El País.
Saludos de Mercedera