Un suicida londinense se disponía a saltar del Puente de Londres, pero en el instante de hacerlo descubrió que en el agua otro hombre se ahogaba. Lo que podría haber sido una tragedia acabó felizmente, con dos vidas salvadas.
La vida está llena de sorpresas, de momentos extrañamente irónicos, donde la suerte cambia de signo como la dirección del viento. Un hombre cuya identidad no trascendió había elegido, en soledad y tristemente, quitarse la vida en una fría noche de Londres. Generan dudas el hecho de que eligiera uno de los puentes más emblemáticos de la ciudad para hacerlo; uno bien puede pensar que quería llamar la atención, o que deseaba ser rescatado. Pero dejemos esas especulaciones para gente que entiende más de psicología.
Lo cierto es que la peligrosa cercanía del suicida con el borde, y preparación para saltar atrajeron la atención tanto de la policía como de un barco de control que patrullaba el río Támesis. El improvisado operativo invadió de luz la zona del puente, y eso permitió descubrir que otro hombre se hundía en el río helado, sus ropas pesadas por la densidad del agua, sus esfuerzos desesperados por salir a respirar a la superficie.
Así fue como el potencial suicida terminó colaborando con la policía en el rescate del hombre y se bajó del puente. La patrulla fluvial rescató al hombre que se ahogaba, que estaba un tanto atontado por la hipotermia y los esfuerzos por sobrevivir. Lo único que la policía logró develar es que el hombre en el río tiene 33 años, y que no recordaba cómo acabó en el agua, pero que seguro no deseaba estar allí.
“No había otros barcos cerca y nadie se había dado cuenta que él estaba en el agua. Si no hubiéramos corrido a causa del primer incidente, las chances son que el hombre se habría ahogado”, comentó Toni Scarr, integrante del equipo de rescate fluvial. “Tuvo muchísima suerte, y debe agradecer a un extraño giro del destino que pudiéramos evitar una fatalidad en el río Támesis”, agregó enfático el oficial de la ley.
El caso quedó archivado como “vidas salvadas” en el expediente policial y todos se fueron a casa contentos, el rescatado, los atentos policías y el suicida, que tal vez entendió que siempre hay un motivo para estar vivo.