Bien sea que me preocupe por un familiar o por otra de las creaciones de Dios, oro por ellos. Afirmo que son saludables y plenos y visualizo que sus vidas gozan de felicidad y éxito.
“Bien amado, siempre estás en mis pensamientos y oraciones. Dios te ama hoy y en todo momento, manteniéndote en un abrazo amoroso y protegiéndote a cada paso que das.
“Eres capaz de lograr sueños más allá de lo que has podido imaginar posible, y estoy aquí para apoyarte en todos tus esfuerzos.
“Te amo incondicional e infinitamente. Sé, sin duda alguna, que Dios guía tu camino. Doy gracias por la bendición de tenerte en mi vida y por poder orar por ti”.
Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes. En todas mis oraciones siempre ruego con gozo por todos ustedes.—Filipenses 1:3-4
Tengo fe en el amor de Dios, el cual bendice todo y es todo en mi vida.
Comienzo cada día con el pensamiento: Dios me ama. Estas palabras tienen gran sentido y poder. Su significado imbuye con energía mis pensamientos según me gozo en la relación personal y profunda que tengo con mi Creador. No tengo que ganarme el amor divino; es mío por que he sido creado por el Amor mismo.
Dios me ama y es la fuente de todo lo que pueda necesitar. Soy protegido y guiado a través de toda situación difícil. La vida divina me sana y renueva en alma, mente y cuerpo. No hay herida ni enfermedad que esté más allá del poder sanador de Dios. Ninguna oscuridad es más grande que la luz pura del Amor. El amor divino me bendice y lo es todo en mi vida. Tengo fe en el plan perfecto de Dios para mí.
No tengan miedo, porque su Padre ha decidido darles el reino.—Lucas 12:32
Los jardines prosperan cuando quitamos las malas hierbas y hacemos espacio para que las flores y los vegetales crezcan. Lo mismo es cierto respecto a mí: cuando arranco las “malas hierbas” de la negatividad y la preocupación, aclaro el camino para que mis bendiciones surjan.
Dejo ir. ¿Estoy aferrado a aquello que no beneficia mi vida? De ser así, determino dejar ir todo pensamiento o hábito negativo para permitir que Dios llene mi mente con la maravilla y la visión de las posibilidades ante mí.
Dejo que Dios actúe. Dejar ir el pasado abre el camino para que un nuevo gozo llene mi vida. Al soltar lo que ya no es importante, hago espacio para mayores bendiciones. ¡Dejo ir y permito que Dios sea Dios en mi vida, hoy y siempre!
La semilla sembrada en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y da fruto.—Mateo 13:23