Yo creo milagros, momento a momento y decisión tras decisión.
En su carta a los efesios, Pablo comparte una visión poderosa de lo que una comunidad espiritual puede lograr por medio de las enseñanzas y el ejemplo de Jesucristo. Es una visión de unidad: judíos y gentiles en confraternidad compartiendo una comprensión espiritual que trasciende las leyes y rituales que una vez los separaron.
Nuestro Señalador del camino demostró su posibilidad, y enseñó los principios esenciales. Esa visión de amor y unidad todavía espera expresarse plenamente. Debemos soltar nuestra resistencia, apartar nuestro enfoque de las preocupaciones mortales y mantenerlo en la Verdad eterna, permitiendo que el Espíritu morador establezca el reino por medio de nosotros.
Y a Aquel que es poderoso para hacer que todas las cosas excedan a lo que pedimos … a él sea dada la gloria.—Efesios 3:20-21
Envuelvo a otros en mis oraciones de luz, amor y paz.
Mis oraciones por seres queridos alinean mi mente y corazón con la verdad de que vivimos juntos en la luz y el amor de Dios. En este espíritu de unidad, aquieto mis pensamientos y me dirijo a Dios en mí. En meditación silenciosa, mantengo a mis amigos y familiares en oración.
Los veo como seres de luz, guiados por la sabiduría divina, irradiando vida y energía, saludando cada día con un espíritu de amor y paz. Conozco esta Verdad para ellos: Son más que cualquier reto que puedan enfrentar. Todos somos expresiones de Dios, amorosas, compasivas y amables. Dejo ir cualquier sentimiento de preocupación, sabiendo que las personas por quienes oro son guiadas a su bien.
Un mandamiento nuevo les doy: Que se amen unos a otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes unos a otros.—Juan 13:34