ANDALUCÍA
canta y en su cantar suspira.
Andalucía canta y en su cantar implora.
Andalucía canta y cuando canta... llora.
Es la vida que brota del fondo de su lira.
Una noche andaluza, la luna, una calleja...
Y aquí, mientras dormidos están los ruiseñores,
al fondo, entre jazmines y claveles, la reja.
Y en la reja, bajito, una copla de amores.
¡Una copla andaluza! Y brota en su garganta
rompiendo hasta el silencio de la Semana Santa
un cante en el que ofrece, con vibrante clamor,
la expresión dolorosa del que canta rezando
y la angustia infinita del que llora cantando
la pasión y la muerte de nuestro Redentor.
Se juntó a la profunda sensación del poeta
bajo el cairel joyante del palio sideral,
prendida de la noche, la vibrante saeta
que se clava en el alma con su acento inmortal.
Ella canta las llagas de Cristo bendecidas.
Ella rompe el silencio donde anida la pena.
Ella vibra en la angustia que al cristiano encadena
a la sangre que brota de Cristo en sus heridas.
¡Andalucía canta! Su canción es rosario,
un rosario de versos que busca un relicario
para guardar de Cristo la mirada serena,
mientras asombra al mundo Jesús con su agonía
y llena de azahares la tierra Andalucía
para que pase Cristo con su cruz y su pena.
Andalucía canta cuando al venir la aurora
la cristiana tragedia nos parece infinita.
¡Andalucía canta! y al cantar resucita
del pecado que es muerte su copla redentora.
Allí viene Jesús, vencido al peso
del amor, que su augusta frente inclina.
¡Quién fuera en esta noche golondrina
para besar la faz del dulce preso!
Quién pudiera evitar ese proceso
que hará sangrar su frente alabastrina
y beber una lágrima divina
y rozarle la frente con un beso.
Gracias te doy Señor por ser poeta
y saber escuchar de una saeta
que es oración cantada, la poesía.
Gracias te doy señor porque he nacido
en tierra que tú mismo has elegido
¡para que fuese tierra de María!
JUAN MORALES ROJAS
|