Esta es la historia que le ocurrió hace muchos años a una profesora de
una escuela elemental. Su nombre era MS. Murga. Cuando se paró al
frente de su clase del Quinto Grado el primer día de clases, les dijo
una mentira.
Como la mayoría de los profesores, ella miró a sus
alumnos y dijo que los amaba a todos por igual. Pero eso era imposible
porque allí, en la primera fila, estaba un niño llamado Lolo Sánchez.
MS. Murga había visto a Lolo el año anterior y notó que el no jugaba
bien con los otros muchachos, que su ropa era desordenada y que
necesitaba bañarse. Llegó al punto, en que MS. Murga realmente se
deleitara con un lapicero grueso de color rojo, marcando una X y luego
poniendo un CERO enorme sobre las tareas de Lolo.
En el colegio
donde MS. Murga enseñaba, ella tenía que revisar los registros pasados
de cada alumno y puso el de Lolo para el último. Sin embargo, cuando
revisó su archivo, se sorprendió.
La profesora del Primer Grado
de Lolo escribió: "Lolo es un chico brillante con una sonrisa en los
labios. Hace su trabajo limpiamente y tiene buenos modales... es un
deleite que esté con nosotros".
El profesor del Segundo Grado
escribió: "Lolo es un excelente estudiante, bien querido por sus
compañeros, pero esta en problemas porque su madre tiene una enfermedad
terminal y su vida en casa debe ser sofocante." Su profesora del
Tercer Grado escribió, "La muerte de su madre ha sido muy dura para
Lolo. Él trata de hacerlo mejor posible, pero su padre no muestra mucho
interés y su vida en casa pronto le afectará si no se toman las
medidas convenientes."
La profesora del Cuarto Grado escribió,
"Lolo está aislado y no muestra interés en el colegio. No tiene muchos
amigos y algunas veces se duerme en clase."
A estas alturas,
MS. Murga se había dado cuenta del problema y estuvo avergonzada de sí
misma. Ella se sintió aún peor cuando sus alumnos le trajeron regalos
por Navidad, envueltos en vistosos papeles y hermosos listones, excepto
el de Lolo. Su regalo había sido descuidadamente envuelto en un papel
marrón, que recortó de una bolsa de los supermercados. A Mes. Murga le
causó dolor abrirlo en medio de los otros regalos. Algunos de los
chicos comenzaron a reírse cuando encontró un brazalete con algunas
piedras faltando y un frasco de perfume a punto de acabarse, pero ella
silenció las risas de los niños cuando exclamó "¡Qué bello brazalete!",
Colocándoselo y aplicándose un poco del perfume en la muñeca.
Ese día, Lolo se quedó hasta tarde en el colegio, para decirle: "MS
Murga, hoy usted olía como mi mamá lo hacía en nuestra ultima Navidad."
Después que los chicos se fueron, lloró por lo menos una hora. Ese
mismo día, dejó de enseñar lectura, escritura y aritmética. Es su
lugar, empezó a enseñar a los niños.
MS. Murga puso especial
atención a Lolo. Mientras ella trabajaba con él, la mente de Lolo
parecía tomar vida. Mientras más aliento le daba ella, más rápido
respondía él. Al final del año, Lolo llego a ser uno de los chicos más
destacados de la clase y a pesar de su mentira que ella los amaba a
todos por igual, Lolo llegó a ser el "preferido de la profesora."
Un año mas tarde, encontró una nota bajo la puerta. Era de Lolo,
diciéndole que ella aún seguía siendo la mejor profesora que haya tenido
en su vida. Pasaron seis años mas y ella encontró otra nota de Lolo.
Le decía que había terminado el colegio, como el tercero de su clase, y
que ella todavía seguía siendo la mejor profesora de toda su vida.
Cuatro años más tarde, ella recibió una carta de Lolo, diciendo que
aunque las cosas habían sido difíciles él seguía estudiando y que pronto
se graduaría en la Universidad ocupando los más altos lugares de
honor. Le aseguro a MS. Murga que ella todavía se mantenía como la
profesora favorita que jamás haya tenido en su vida.
Pasaron
cuatro años mas y le llega otra carta. Esta vez, Lolo le explicaba que
después de haberse graduado en la Universidad, había ido un poco mas
allá. La carta le explicaba que ella aún seguía siendo la maestra
favorita que había tenido. Pero ahora su nombre era un poco más largo,
la carta fue firmada por el Dr. Teodoro F. Sánchez.
La historia
no termina allí. Hubo otra carta en los próximos meses. Lolo le dijo
que había conocido a una chica y que iba a casarse. Le explico que su
padre había fallecido un par de años atrás y que le gustaría saber si
MS. Murga podría aceptar sentarse en el lugar que en las bodas esta
reservado generalmente para la madre del novio.
Por supuesto
que MS. Murga lo hizo. ¿Y adivinen que? Ella usó ese brazalete, el que
le faltaba algunas piedras. Y además se aseguro de usar el perfume que a
Lolo le recordara a su madre cuando pasaron la ultima Navidad juntos.
Ellos se abrazaron, y cuando lo hacían, el Dr. Sánchez le susurro en el
oído a MS. Murga:
"Gracias MS Murga por creer en mi.
Muchísimas gracias por hacerme sentir importante y mostrarme que yo
puedo hacer una diferencia". MS. Murga, con lágrimas en sus ojos, le
respondió susurrando también: "Lolo, tu estás completamente equivocado.
Tú fuiste quien me enseñó a mí, que podía hacer una diferencia. Yo no
sabia como enseñar hasta que te conocí".