María Eugenia Caseiro
Yo, tú, los árboles...
I Yo, tú, los árboles perfectamente juiciosos entre el día y la noche las calles blancas largas dóciles desatándonos llenas de ti, llenas de mí quitándonos el polvo.
II Dejé de besar de silbar al lunajero de tus pies para que nada interrumpa, me interrumpa tu carrera tantas veces proscrita
Equivocadas entre sexta y nona emigran ocasiones llevándonos de en medio lo que más queríamos.
III No desentrañamos aquellas vertientes que trajeron la sal cuando pensabas, cuando pensaba sembrar sembrar sembrar eternamente pasajeros felices, trenes novísimos caminos, tildes, radios, señales; dibujos olorosos a jabón, paisajes sin límites…
y la espina en el naranjo de tu piel doliéndole a la lluvia.
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