Pablo Neruda
Oda a Walt Whitman
YO no recuerdo a qué edad,ni dónde, si en el gran Sur mojado o en la costatemible,
bajo el breve grito de las gaviotas, toqué una mano y era la mano de Walt Whitman: pisé la tierra con los pies desnudos, anduve sobre el pasto, sobre el firme rocío de Walt Whitman.
Durante mi juventud toda me acompañó esa mano, ese rocío, su firmeza de pino patriarca,
su extensión de pradera, y su misión de paz circulatoria.
Sin desdeñar los dones de la tierra, la copiosa curva del capitel, ni la inicial purpúrea de la sabiduría, tú me enseñaste a ser americano, levantaste mis ojos a los libros, hacia el tesoro de los cereales: ancho,en la claridad de las llanuras, me hiciste ver el alto monte tutelar.
Del eco subterráneo, para mí recogiste todo, todo lo que nacía, cosechaste galopando en la alfalfa, cortando para mí las amapolas, visitando los ríos, acudiendo en la tarde a las cocinas.
Pero no sólo tierra sacó a la luz tu pala;desenterraste al hombre, y el esclavo humillado contigo,
balanceando la negra dignidad de su estatura, caminó conquistando la alegría.
Al fogonero, abajo, en la caldera, mandaste un canastito de frutillas, a todas las esquinas de tu pueblo un verso tuyo llegó de visita y era como un trozo de cuerpo limpio el verso que llegaba, como tu propia barba pescadora o el solemne camino de tus piernas de acacia.
Pasó entre los soldados tu silueta de bardo,
de enfermero, de cuidador nocturno que conoce el sonido de la respiración en la agonía y espera con la aurora el silencioso regreso de la vida.
Buen panadero! Primo hermano mayor de mis raíces, cúpula de araucaria, hace ya cien años que sobre el pasto tuyo y sus germinaciones, el viento pasa sin gastar tus ojos.
Nuevos y crueles años en tu patria: persecuciones, lágrimas, prisiones, armas envenenadas y guerras iracundas, no han aplastado la hierba de tu libro, el manantial vital de su frescura. Y, ay!los que asesinaron a Lincoln ahora se acuestan en su cama, derribaron su sitial de olorosa madera y erigieron un trono por desventura y sangre salpicado.
Pero canta en las estaciones suburbanas tu voz, en los desembarcaderos vespertinos chapotea como un agua oscura tu palabra,tu pueblo blanco y negro, pueblo de pobres, pueblo simple como todos los pueblos, no olvida tu campana: se congrega cantando bajo la magnitud de tu espaciosa vida: entre los pueblos con tu amor camina acariciando el desarrollo puro de la fraternidad sobre la tierra.
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