Luis García Montero
Irene
Así amanece el día Claudio Rodríguez
¿Conoces ya la tinta meditada de la primera luz? Mira el esfuerzo que en la copa más alta del bosque más oscuro raya un momento, avisa y mientras cae forma la claridad. Así comienza el día. Así también, contigo, cobran todas las cosas un impreciso afán por empezar de nuevo, por ser tu compañía cuando el tiempo aparezca.
Y no es el mecanismo oxidado de un tren lo que se mueve, ni las maderas de la barca están secas aún. No en todas las historias el tiempo necesita la nostalgia.
Pero tiene la luz recuerdos que son nuestros. Van a bajar los dioses de sus libros, alguien descubrirá que el mundo es navegable, habrá días y noches, y en la luna de lo ya sucedido respirará la fábula blanca del calendario.
¿Qué haremos de nosotros ahora que los espejos todavía no tienen una sombra que llevarse a sus láminas y los recuerdos nacen aprendiendo a contar hasta diez? ¿Qué podemos hacer con lo que nos han dado?
Como una insinuación, como la piedra interroga al estanque, cae la luz en el sueño de la casa.
Y la distancia, esa divinidad que medita en el agua de los puertos, vuelve al pasado, busca entre sus mitos un ángel sin heridas, una nueva metáfora, algo que no es tu nombre, pero que yo pronuncio desde el fondo abierto de tus ojos.
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