Francisco Álvarez
EN MIS RODILLAS
Sentada en mis rodillas y a mi cuello abrazada, se ha detenido el tiempo, la palabra dormita, el pensamiento inmóvil no se ocupa de nada, e ignoran los oídos a quien murmura o grita.
Qué lejanas las sombras que las nubes proyectan, y las dudas qué absurdas y qué insignificantes, que aún estando en el fondo del alma, no la infectan, y aún hiriendo sus teclas no suenan discordantes.
Flota la mente ausente en exótico nirvana, el sentimiento fluye profundo pero lento, y en la quietud serena ni el sentido se afana, ni la ansiedad destruye la magia del momento.
La cabeza en el hombro resuelve los dilemas, evade los conflictos y el horizonte amplía; susurraré a tu oído uno de mis poemas, y te amaré esta noche que es joven todavía.
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