Julio Leite
A Mari Romero
Cuando el viento sacude las chapas acá en este sur, el mismito de siempre, siento que las hendijas lloran gotitas de luz para la gente. Mari lava ropas de amigos, cocina guisos... sonríe... Yo la miro y la ternura me sabe a romero.
Julio Leite
Yo mesa
En ésta, mi memoria de árbol, a pesar de la tortura de la sierra y del darme cuenta que al caer el cielo se me iba para siempre, me han quedado ráfagas de nidos, chisporroteos, digo, que confundo con viruta y garlopa —lágrimas de madera—. Pues bien, ahora mi altura se dispersa en esta sala de frondosas copas que se posan sobre la llanura redonda de mi tabla. He aguantado también como mesa digna el sueño delgado, el sueño fértil como vega, sutil de tanta rabia y amor gatuno de acechanza.
Yo mesa, madera elaborada, antes árbol, he aguantado el diluvio del amor; soy el Caleuche y tengo ojos, astillitas que miran, y tengo niños que aún se encaraman por mis ramas, poetas, músicos, chamanes, pájaros tengo que me habitan y en mi casa, en la casa del Carlos, soy mesa, soy árbol y vuelvo a tener cielos.
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