Vengo después de la orilla del mar
en donde las nubes hileras del viento
semejan fragatas fantásticas
navegando el cielo azul
llevo un desorden de brisa en el pelo
y un rayo primero de luna en la piel
y todas labrando la orilla del mundo,
me habrás visto bien
el aire limpio de un viento de mayo
me trajo hasta aquí asustando a mis caballos
que siempre el ligero responde primero,
un llamado a correr
y así me ves con mi amante dorada
y mis aires de mensajero de fortunas
trayendo un presente de lluvia
a la siguiente que de crecer
cumpliendo una existencia venturosa
tempranas labores de andar desatando
mas pronto ha perdido el desamparo en los hombres
y aprendí a llorar
así es como yo hago rebaños de nubes
que miro hacia el interior del continente
durmiente al llevar un regalo rebaño
del soplo de mar,
hileras de nubes
caballos del cielo,
manadas de nubes,
aires de enero y vientos de septiembre
resueño risueño una historia de siempre
yo soy el espíritu que anda despertando
al árbol frutal
aguas de marzo y sorpresas de octubre
vieron seres mágicos que limpia y que cubre
de Berlín la piedra
y al tubo de hiedra y al limón de azar
pero algo hoy tierno a tocado a mis notas
y hace tanta falta el agua de mil gotas
que estoy yo sediento no sea suficiente
para trasnacer
no habiendo los campos de los trasatlántidos
que nunca terminó de dar al quebrando
remedio y remedio que falta y que empieza
la lluvia a caer
si ven que llevo dudoso el semblante
y evito el encuentro con mi semejante
no es falta de amor solo es gesto de celo
no miren mi faz
los días así me han vuelto un portazo
cuando al infinito abierto de mis brazos
parecen poder abarcar un momento
lo que alcanzo a ver
praderas de nubes,
rebaños del cielo,
mil rebaños de nubes.
Autor: Fernando Delgadillo