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Ibn Sara As-Santarini
Castidad
¡Cuántas veces ha venido a visitarme en una noche oscura como su cabello, y se ha quedado junto a mí hasta la aurora, clara como su rostro! Bebíamos juntos y era el amor udrí nuestro tercero cuando el vino asaltaba mi razón lo mismo que sus ojos; mas era casto como lo es un hombre de honor en la plenitud de sus fuerzas: la castidad es virtud cuando el hombre está lleno de vigor.
El rubor
Es un joven delgado que, en su manto envuelto, se diría una rama flexible retozando al soplo de los vientos del sur. Su rostro he visto en el espejo de mi fantasía y he limitado el efecto de sus ojos en mi pecho. No es de extrañar que el pensamiento mío le hiera la mejilla: la magia obra de lejos, a distancia.
(Recopilación y traducción de Teresa Garulo,
Universidad Complutense de Madrid
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