Francisco Antonio Gavidia
Soneto
¡Cómo el ardor del entusiasmo engaña!... Y tú, soñando, con audacia loca, Intentabas salvar de roca en roca, La sombría altitud de esa montaña...
Aquí el súbito escarpe, allí la huraña, Honda caverna de espantable boca; Mucha la asperidad, la fuerza poca... ¡Y subir apoyado en una caña!
Y bien, si es la verdad; sépalo el mundo; sientes sangrar tus pies, sientes vacío Tu cielo azul; tu dolor, profundo:
Noche en tu frente; ent us entrañas, frío; Flaca tu fe; tu espíritu, iracundo...; Ya es tiempo de gritar: ¡Valor, Dios mío!
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