Agustin Delgado
Otra vez más
Siempre quedan los papeles llenos de metralla encima de alguna mesa. Pero más triste es morirse de hambre y sin chaqueta y lejos de la patria.
Por eso hoy, Antonio Machado, rasgo todos los versos, todos los discursos de después de la comida y me quedo en mi cuarto mirando hacia afuera, mientras sigue la lluvia.
Por eso y porque es febrero, tantas veces cuajado de nieve pero tan pocas de copos de libertad.
Y porque el Volga se deshiela a estas horas y en el Mediterráneo llamean las aguas que te vieron morir.
Y también por los dos versos que encontraron en tu bolsillo y que dicen: “estos días azules y este sol de la infancia”.
Por sobre todo, padre mío, porque estoy desnudo como los hijos de la mar.
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