Alfredo Placencia
Bienvenido sea (I)
¿Eres Tú la Sunamitis pura y blanca que soñaron los patriarcas y entrevieron los profetas? Aunque atruene tierra y cielos el acorde que se arranca de los astros y las plumas de los santos y poetas, para darte el parabién, no despiertes, Niña blanca; duerme bien.
Las mujeres que tenidas son por fuertes; los patriarcas, los profetas; los que, ciegos de llorar, van extraviados; los poetas... todos juntos volverán, cuando despiertes, para darte el parabién, con las ansias de los justos y el amor de los collados. Duerme bien.
Puede ser que estés cansada; bien pudiera ser. Fue tan larga la jornada... ¡Sobre todo para una mujer!...
Porque vienes de muy lejos. Sé que nada antes del tiempo existía, y ya estaba tu beldad graciosamente jugando ante Dios. Esa verdad lo declara y dice todo: ¡Vienes de la eternidad!...
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