Oscar Acosta
ESCRITO EN PIEDRA
Yo vi, joven señora, su bello cuerpo entre las piedras como una orquídea.
No había fuego entonces al servicio del hombre, ni dúctiles metales mostraban al asombro del primitivo ser sus formas.
Ándabamos descalzos como niños, desnudos como peces en el agua y corríamos libres como ágiles leopardos
Era el año dos mil o cuatro mil antes de Jesucristo. Las tribus combatían con pedernales, con piedras y cuchillos.
Antes de ir al combate pinto estos signos en la pared antigua de una cálida cueva, junto a otros símbolos que mis antepasados en ocasiones similares escribieron.
Ignoro quién recogerá estas frases. Es posible que entonces no seamos, tú y yo, ni estática ceniza ni barro sumergido. Desde mi monarquía compartida, te recuerdo. Y si volvieras a nacer te prometo que siempre serías, como ahora lo eres, mi mujer y mi reina.
II En la mesa veo frutas, agua en los cántaros, peces con los ojos abiertos en las cuerdas del patio, el maíz calentándose en los cuartos.
El cazador soy yo, el cazador que sale en la noche a buscar el alimento diario, las hojas para el lecho, la fibra para el manto, la flor para tu pelo, la piel para el zapato.
Hoy te traigo una flor selvática, una luna caída, un perfume barato, yo quiero que la pongas en tu pecho blanquísimo, en tu seno cubierto < |