Salvador Salazar Arrué - (Salarrué)
El chucho
Por el camino polvoso, al mediodía, al medio del camino, con la cola escondida y la oreja tímida.
Por el camino desolado, enclenque, descolorido, con dos ojos pintados sobre los ojos... Atemorizado, enjiotado, ahuesado de hambre, pasa...
No lo llames; huirá despavorido. Creerá que es pieda el pan en tu mano. Está escaldado, apedreado, molido a puntapiés por los truhanes y borrachos de los pueblos; apaleado por la placera y las puyas largas de los carreteros bribones.
Chuchito bueno, chuchito triste, afligido, chuchito mío sin dueño: ésta es la montaña, no temas, la isla en el mar del cielo, no temas, la tierra de arboledas y de trinos, de místicas cigarras encendidas en llama sonora, votiva, ante el altar del infinito...
Éste es el mundo -nomasito...; tierra de desiertos caminos y niños cantureros que juegan con piedritas y semillas, por los matorrales; tierra de las lluvias lejanas y los ranchos tranquilos. No temas 'Amarillo', 'Canijo', 'Cujinicuil' como te llames,...si te llamas... Quédate en algún rincón de cocina, oyendo moler, oliento el humo del horno, masticando la tortilla tiesa, Chuchito peregrino del miedo supino; ánges de la suprema desdicha que todo has aguantado y sufrido: quédate un rato, al menos, a la sombra del tamarindo, royendo el hueso del mediodía... Deja ya de temer, deja ya de huir, ten valor de resistir la mano de amor que quiere peinarte dulcemente la cabeza afiebrada. Aprende a cerrar los ojos adormeciéndote, confiado al fin...
Como se te da el agua del charco quiero darte mi cariño.
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