San Juan de la Cruz
Canciones del alma
I
En una noche oscura con ansias en amores inflamada ¡oh dichosa ventura! salí sin ser notada estando ya mi casa sosegada,
a oscuras y segura por la secreta escala disfrazada, ¡oh dichosa ventura! a oscuras y en celada estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa en secreto que nadie me veía ni yo miraba cosa sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba más cierto que la luz del mediodía adonde me esperaba quien yo bien me sabía en sitio donde nadie aparecía.
¡Oh noche, que guiaste! ¡Oh noche amable más que la alborada! ¡Oh noche que juntaste amado con amada, amada en el amado transformada!
En mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba allí quedó dormido y yo le regalaba y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena cuando yo sus cabellos esparcía con su mano serena y en mi cuello hería y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme el rostro recliné sobre el amado; cesó todo, y dejéme dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado.
II
¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro! pues ya no eres esquiva, acaba ya si quieres; rompe la tela de este dulce encuentro.
¡Oh cauterio suave! ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado, que a vida eterna sabe y toda deuda paga!, matando muerte en vida la has trocado.
¡Oh lámparas de fuego en cuyos resplandores las profundas cavernas del sentido que estaba oscuro y ciego con extraños primores calor y luz dan junto a su querido!
¡Cuán manso y amoroso recuerdas en mi seno donde secretamente solo moras y en tu aspirar sabroso de bien y gloria lleno cuán delicadamente me enamoras!
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