Josu Landa
La geisha y el dragón
Porque la distancia no existe (y si existe no significa nada) estoy ahora en tu alcoba mónada en la espesura de Asakusa Tokio abandonada al farol y la tiniebla
No voy a decirte cómo pero debemos creer en los dragones y si no es el dios saurio lo que se traga tantos kilómetros
es porque el animal está en mí dicho (y hecho) por las fauces de fuego y la ausencia de alas (en el tronco) y sin embargo se mueve sí porque estoy ahí aquí contigo y se me parte el cardiograma y me concedes (antediluviana) tu mano tu arte de bordar el cielo y la delicia con la seda transparente de tus dedos mariposas y tus labios floreciendo en las maneras de tu cuerpo gozan de mí y en mí hasta brotar los destellos del clímax Sé que tú también vives este júbilo extraño tú y tu piel sabia en advertir el grano de arroz bajo el muelle océano de plumas
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