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Llamados a la fiesta de bodas
LA LECTURA bíblica que he escogido como base para mi reflexión se encuentra Mateo 22, vamos a leer a partir del primer versículo (se citan los versículos 1-10). SE1 13.1
Esta porción de la Escritura, a la que me he referido y que les he presentado, tiene un significado mucho más profundo de lo que soy capaz de explicar. Es de sumo interés para nosotros, y debiéramos tomarla en cuenta y atesorarla en nuestras mentes. Si examinamos a fondo la sagrada Palabra de Dios veremos que cuando el Mesías prometido, el Hijo de Dios, vino al mundo, su propio pueblo, su propia nación, los judíos, no querían recibirlo y no lo recibieron. Según lo dicho por Juan: «A lo suyo vino, pero los suyos no lo recibieron» (Juan 1: 11). SE1 13.2
La provisión fue hecha, pero no lo recibieron. El mismo Padre proporcionó un rescate, de hecho un sacrificio. El amado Hijo se sometió a los requerimientos de su Padre, vino a este mundo de pecado, se convirtió en un varón de dolores, experimentado en quebranto. Anduvo haciendo bienes, hablando tiernamente, diciendo con el acento más profundo, más ferviente y más dulce jamás pronunciado: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mat 11: 28, 29). Él nos asegura que hallaremos descanso para nuestras almas
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La
boda ya está lista
«Volvió a enviar otros siervos con este encargo: “Decid a los invitados que ya he preparado mi comida. He hecho matar mis toros y mis animales engordados, y todo está dispuesto; venid a la boda”. Pero ellos, sin hacer caso, se fueron: uno a su labranza, otro a sus negocios» (Mat. 22: 4, 5). SE1 14.1
El gran Rey había preparado una fiesta de boda a su Hijo. Durante siglos él ha enviado a sus siervos diciendo: «Venid, que todo está dispuesto”. Pero ¡cuán poca atención presta [la gente del mundo] a la invitación! No le hacen caso y siguen dedicados a las ocupaciones y placeres mundanales. Lo mismo que han hecho durante siglos. Pero el Rey envió a su ejército, destruye a esos homicidas y quema su ciudad. Daniel 9: 26 dice que: «El pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad [...], su final llegará como una inundación”. SE1 14.2
«Entonces dijo a sus siervos: “La boda a la verdad está preparada, pero los que fueron invitados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos y llamad a la boda a cuantos halléis”» (Mat. 22: 8-9). SE1 14.3
En el capítulo 14 de Lucas, versículo 16, encontramos que se había preparado una gran cena y muchos fueron convidados. Se enviaron siervos a decir a los que fueron convidados: «Venid, que ya todo está listo” (v. 17). Pero ellos se excusaron. SE1 14.4
El Rey ha preparado una cena de bodas para su Hijo. Ha enviado a sus siervos a decir a los que están convidados: «Venid a las bodas». El Señor envía a sus siervos, diciendo a todos los que quieran escuchar: «Vengan, alístense para la gran cena de bodas del Cordero. Él viene pronto para recibir a todos los fieles en las mansiones que ha preparado y para que participen en la fiesta que él ha preparado”. Está enviando, y ha estado enviando a sus siervos durante los últi-mos treinta años a decir a su pueblo: «Vengan, prepárense, vístanse con sus vestidos de boda, vístanse de mansedumbre, de humildad y de verdad; revístanse con la justicia de Cristo para que puedan comparecer ante él y entrar en la sala de invitados con los que se sentarán conmigo en las bodas de mi hijo”. SE1 14.5
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Vestidos con el traje de bodas
Todos deben estar vestidos con el traje de bodas para ser aceptados, para que no sean sorprendidos. SE1 15.1
¿No consideran importante que nos encontremos vestidos con el manto de justicia, que estemos listos cuando el esposo venga a participar en la cena de bodas? ¡Ojalá que prestemos atención a la invitación hecha y que nos preparemos para que podamos entrar en la mansión del Maestro! Para que él no le diga a ninguno de los que fueron convidados que no gustará su cena. En la parábola, los que fueron invitados no le dieron importancia a la invitación, sino que continuaron excusándose, regocijándose en los placeres de este mundo como lo hacen multitudes en la actualidad. SE1 15.2
Los siervos de Dios están invitándolos e implorándoles que se aparten de las tentadoras escenas de este mundo vano y fugaz, que se preparen para la cena de bodas, pero ellos no hacen caso. Les oímos decir: «No hay peligro, el día de mañana será como este, o mucho mejor. No necesitamos que nos molesten. Debemos atender las granjas, las mercancías y las cosas de esta vida para que no perdamos los intereses mundanos, empobrezcamos y tengamos necesidad”. Ellos se olvidan de que el que cuida de los gorrioncillos y viste los lirios del campo, tiene cuidado del alma humilde y confiada, que guiará y dirigirá a todos aquellos que están prestos para hacer su voluntad y les concederá a sus amados hijos todo lo que necesiten. Ha prometido entregar una corona de gloria inmarcesible, un manto de justicia y entrada en la hermosa ciudad de nuestro Dios a quienes alcancen la victoria mediante la paciencia y la perseverancia. SE1 15.3
Este mismo rey está enviando hoy a sus siervos. Está convidando a sus invitados, diciendo: «Venid, que ya todo está listo». El Señor de la boda viene pronto. He aquí, está a la puerta. No tarden en abrirla, no sea que no los reciba y no entren en el banquete de bodas. Abran la puerta y reciban al Maestro, para que puedan entrar en las mansiones de eterno descanso y gloria imperecedera preparada para todos aquellos que le aman. Quién se preparará para la venida de aquel que ha dicho: «¡Vengo pronto!, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra» (Apoc. 22: 12). SE1 15.4
Si descuidamos nuestros intereses espirituales y dejamos de ofrecer sacrificios agradables delante de Dios, que es nuestro verdadero deber, nos enredaremos en los asuntos menos importantes de esta vida. Si olvidamos siquiera una vez nuestra responsabilidad diaria de suplicar a Dios por su ayuda, su cuidado y protección, perderemos el gozo de ese día. Como no tenemos la dulce y enternecedora influencia del Espíritu Santo de Dios acompañándonos durante todo el día, con facilidad nos sentiremos abatidos y desalentados. El enemigo de las almas está listo para aprovecharse de nosotros y a menudo lo hace, llevándonos al cautiverio y al pecado.
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Ocupados en asuntos baladíes
A veces podríamos estar atareados por servir como Marta, pero ¡cuánto más loable fue el acto de María, que se sentó y escuchó las enseñanzas de Jesús! Él dijo: «Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas [...]. Pero María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Luc. 10: 41, 42). SE1 16.2
¡Cuántas veces los asuntos de este mundo vano y engañoso se interponen entre nosotros y nuestros intereses eternos! Los intereses temporales surgen de repente dentro de nuestros corazones y ahogan aquello que es espiritual. Permitimos que el enemigo de la justicia nos persuada a prestar absoluta atención a las cosas de esta vida. De vez en cuando descuidamos deberes más importantes por miedo a padecer necesidad. Hemos de rogar fielmente a Dios que nos dé fuerzas para que podamos cumplir los deberes temporales y al mismo tiempo que nos dé la gracia y la sabiduría para vencer el mal. Si tenemos nuestras esperanzas puestas en lo alto y nuestros intereses en el cielo, a donde contemplamos al Hijo del hombre que ha convidado a las bodas a todos los que quieran venir, que ha subido a lo alto a preparar mansiones para todos aquellos que aman y guardan sus palabras, y nos ha dicho que él acude a recibirnos, podremos entrar a la fiesta de bodas con él, para que donde él esté también nosotros estemos. Si nos apartamos de esos llamamientos e invitaciones, ¿cuál será la consecuencia? SE1 16.3
En Hechos 13: 46 se nos dice que si desechamos la obra de Dios, y nos consideremos indignos de la vida eterna, no tenemos ninguna razón para esperar la entrada en el reino. Lucas 14: 24 nos informa que «ninguno de aquellos hombres que fueron convidados gustará mi cena». SE1 16.4
El gran Padre eterno ha preparado una fiesta de bodas a su Hijo. ¿Prestaremos atención a sus siervos que han sido y están siendo enviados a hacernos la solemne invitación? ¿O no le haremos caso? ¡Oh!, ¿por qué rehusar prepararnos para las bodas del hijo de Dios? Hay lugar para todo aquel que acepte la invitación. Nadie puede decir que esas cosas no fueron debidamente descritas. Recuerden, cuando el buen hombre regrese, aquellos que estén preparados entrarán a la fiesta, y la puerta se cerrará y no habrá más acceso, pues leemos que cuando «el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta» (Luc. 13: 25), entonces los que quisieran entrar oirán la respuesta: «No sé de dónde sois [...]; apartaos de mí”. SE1 17.1
Ojalá que escuchemos la solemne advertencia y nos preparemos para entrar a las bodas, para que su casa se pueda llenar. La Palabra de Dios dice: «Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que tengan derecho al árbol de la vida, y poder entrar por las puertas en la ciudad» (Apoc. 22: 14, RVA). Ojalá que seamos hallados fieles, que seamos diligentes en nuestra vocación y que nos aferremos a la promesa hecha a los fieles, esa es mi oración.
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Preparación para el juicio
En Apocalipsis 20: 11-15 se nos presenta el gran y solemne día cuando comienza el juicio. En aquel día los libros serán abiertos y los muertos serán juzgados según lo que esté escrito en ellos. Al ver a la gente corriendo de un lado a otro en nuestras ciudades, con sus afanes, me pregunto si alguna vez han pensado en el día de Dios que está por sobrevenir. Todos nosotros deberíamos vivir pensando en la llegada del gran día que pronto nos sobrecogerá. SE1 33.1
Los habitantes del mundo antiguo recibieron durante ciento veinte años un mensaje de advertencia, pero no quisieron escucharlo. Por tanto, se apartaron del mensaje de verdad que Dios les envió. Les convenía haber prestado atención a dicho mensaje a fin de encontrar refugio ante la venidera tormenta de la ira de Dios. SE1 33.2
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Un registro permanente
¿Somos conscientes de que un registro de todas nuestras acciones asciende diariamente al cielo? Si prestáramos atención a nuestros actos y si tuviéramos presente el temor de Dios, nuestras vidas serían mejores de lo que son. Estamos a prueba en este mundo, estamos siendo juzgados, Dios nos está probando, nos está examinando a fin de confirmar los caracteres que estamos desarrollando. Los ángeles de Dios son enviados desde el cielo para sopesar nuestro valor moral. Asimismo, nuestro Padre celestial nos ha entregado una solemne advertencia con el objetivo de que nos preparemos para el día del juicio final. Nos ha pedido que velemos y oremos para que cedamos a las tentaciones que nos rodean. Nos ha recomendado: «Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí» (Juan 5: 39). SE1 34.1
Es nuestro privilegio entender las grandes responsabilidades que Dios ha colocado sobre nosotros, para que no estemos en tinieblas respecto a lo que vendrá sobre nuestro mundo. No podemos darnos el lujo de enfrentar aquel día sin estar preparados. Al pensar en el gran y solemne acontecimiento de la venida de Cristo en las nubes de los cielos con gran poder y gloria, deberíamos humillarnos ante Dios, no sea que nos apartemos de la gracia divina y se demuestre que no somos dignos de la vida eterna. Cuando vemos que el mundo se entrega a la búsqueda de placeres y a la indulgencia del apetito, deberíamos llorar entre la entrada y el altar, clamando: «Perdona, Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad” (Joel 2: 17). SE1 34.2
Vemos que la mayor parte del mundo ni siquiera piensa en ese gran día, y que a muchos no les interesa escuchar nada al respecto. No obstante, tendremos que hacerle frente al registro de nuestras vidas. Debemos recordar que hay un testigo de todas nuestras obras. Un ojo semejante a una llama de fuego contempla todas nuestras acciones. Nuestros pensamientos y las intenciones y propósitos de nuestros corazones están al descubierto y sujetos a la inspección de Dios. Así como los trazos que marca el artista, de la misma forma son re-producidos nuestros caracteres en los libros de registro del cielo. SE1 34.3
Preguntamos: «¿Cómo habrá sido evaluado nuestro carácter ante la vista de Dios? ¿Estamos preparando nuestras almas para ese gran escrutinio, para obtener las vestiduras blancas de un carácter puro en aquel día?». No podemos ceder al pecado y a la iniquidad, no debemos ser considerados como transgresores de la gran norma moral de justicia divina
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La ley como norma divina Éxodo 20:1,17Exodo 31:12,18 Escrita con el dedo de Dios en piedra.
Si Dios no tuviera una ley como principio moral, por la que cada caso ha de ser evaluado, no habría juicio y, por lo tanto, los seres humanos no podrían ser juzgados. Si no hemos sido hallados en armonía con las normas de Dios en esta vida, tampoco estaremos en armonía con sus requisitos en la vida futura. SE1 35.1
¿Qué excusas tenemos en este momento para no actuar en conformidad con las leyes del gobierno de Dios? ¿Y qué pretexto podremos dar en el día del juicio por la desobediencia a sus mandamientos? ¿Acaso dirás: «Todo el mundo desobedecía la ley de Dios, y pensé que no yo no era el único». En aquel día esa excusa no será aceptada. Podemos presentar excusas ahora, pero no nos atrevere-mos a presentarlas ante el Juez de toda la tierra. Tan pronto como los libros sean abiertos y los caracteres que están escritos allí sean sacados a la luz, toda boca será cerrada, porque su culpabilidad les será claramente manifestada a ellos así como a Dios. Entonces todos verán en qué se apartaron del camino recto, discernirán la influencia que tuvieron sobre sus semejantes al desviarse de la justicia divina, y apartarlos de los caminos de verdad y de santidad. Aquel día todos entenderemos exactamente qué hicimos para deshonrar al Dios del cielo violando su ley. SE1 35.2
Todos los que resuciten cuando Cristo vuelva en las nubes del cielo, y los que estén vivos, acudirán ante el tribunal de Cristo. Los hechos y acciones que pensábamos habían sido realizados en secreto, donde ningún ojo podía verlos, serán dados a conocer. Un ojo vio y registró todos los actos realizados por los seres humanos.
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