Por lo general, el Cultivo del Ser, es el término más usado para expresar lo que el título de este artículo incluye. Por lo tanto, parece formular con suficiencia, al menos por un tiempo, la práctica mencionada por los que desean conocer la verdad, pero en realidad, desde un punto de vista teosófico, es inexacto, pues el ser es lo que en los libros hindúes se denomina Ishwara, el cual es una porción del espíritu eterno, encerrado en cada cuerpo humano. Podemos afirmar con seguridad que éste es el punto de vista hindú, pues en el capítulo 15 del "Bhagavad Guita," leemos que una parte eterna de este espíritu: "habiendo asumido vida en este mundo de vida, atrae al corazón y a los cinco sentidos que pertenecen a la naturaleza. Ishwara está relacionado con cualquier cuerpo en el cual entra o abandona, pues arrebata estos sentidos de la naturaleza al igual que la brisa arrastra los perfumes de los prados. Este espíritu se acerca a los objetos de sentido presidiendo sobre el oido, la vista, el tacto, el gusto, el olfato y aún el corazón." Mientras en un capítulo anterior leimos: "al espíritu supremo en el interior del cuerpo se le llama espectador, amonestador, sustentador, el que se alegra, gran Señor y también alma superior. Además, las acciones del cuerpo no contaminan a la Suprema y eterna alma, aún cuando existe en el interior del cuerpo o está relacionada con él.
En otros lugares, estos libros llaman a este mismo espíritu el ser, como en una frase sanscrita muy conocida: "Atmanam atmana, pashya" que significa "Eleva el ser mediante el ser" y en las "Upanishads" se habla constantemente del ser como el Ishwara del "Bhagavad-Guita". Según Max Müller, el término "ser" expresa mejor en inglés las ideas de las "Upanishads" respecto a este asunto.
Por lo tanto, deducimos que el cultivo del ser es imposible, pues en su naturaleza es eterno, inmutable e incontaminable. Los estudiantes y los escritores de lengua inglesa, deben decir el "cultivo del ser" a causa de la carencia de términos adecuados, y admitiendo saber que el ser no puede cultivarse.
Lo que desean expresar es lo siguiente: "aquel cultivo o práctica que debemos seguir de manera que nos permita, en nuestra estancia terrena, reflejar la sabiduría y realizar las órdenes del ser interior que es sabio y bueno."
Dado que el uso del término "cultivo del ser" necesita una constante explicación, ya sea que se declare externamente o que se apruebe internamente, sería una actitud sabia eliminarlo, substituyéndolo con lo que expresa la práctica a la cual tendemos, sin suscitar contradicciones. Existe otra razón por la cual deberíamos abandonar este término, es decir que asume un cierto grado de egoismo, pues si lo usamos con respecto a algo que hacemos sólo para nosotros, nos separamos súbito del resto de la hermandad humana. Podemos usarlo sin contradicción ni explicación sólo de una manera, admitiendo que deseamos egoistamente cultivarnos, oponiéndonos así a una regla principal en la vida teósofica en la cual insistimos enérgicamente y muy a menudo, es decir, que la idea del ser personal debe desarraigarse. Como no negaremos esta regla, es necesario encontrar un término que no suscite contradicciones, incluyendo entonces las tres cosas esenciales en la acción: el instrumento, el acto, el agente, así como también el impulso a la acción, o, en otras palabras, el conocimiento mismo, aquello que debemos conocer o hacer y la persona que sabe.
Este término es la Concentración. Los libros hindúes la llaman Yoga, cuya traducción es Unión, que significa una unión con el Ser Supremo, o como podemos aún decir: "el objetivo del conocimiento espiritual es el Ser Supremo."
En los libros antiguos, encontramos dos grandes divisiones de Yoga: Hatha Yoga y Raj-Yoga.
Hatha Yoga es una práctica de mortificación corporal mediante la cual es posible desarrollar algunos poderes. Consiste en asumir ciertas posturas que ayudan en la obra y ciertos tipos de respiración que causan cambios en el sistema junto con otros artificios. El cuarto capítulo del "Bhagavad Guita" trata esta práctica de la manera siguiente: "Algunos devotos sacrifican el sentido del oído y los demás sentidos en los fuegos de las privaciones, algunos ofrecen objetos de sensación como el sonido, en los fuegos de los sentidos. Otros sacrifican también la inspiración de la respiración en la expiración, y la expiración en la inspiración, bloqueando los canales de la inspiración y expiración, deseando detener su respiración. Otros más, absteniéndose de los alimentos, sacrifican vida en su vida."
Varios tratados presentan estos métodos detalladamente y al seguirlos, sin duda una persona puede adquirir muchos poderes anormales. Pero existe un peligro, especialmente en el caso de los occidentales, entre los cuales se carece de gurus o maestros expertos en esta area. Tal peligro consiste en el hecho de que, una persona desprovista de direcciones que sigue las reglas del Hatha-Yoga, hace surgir a su alrededor influencias que le perjudican, llevando sus funciones naturales a ciertos niveles donde debería detenerse por un tiempo, pero como no está familiarizada con el asunto, puede ir más allá produciendo efectos dañinos. Además, el Hatha-Yoga es una cosa difícil de seguir pues se debe empujar hasta el punto de dominarlo con éxito. Sólo pocos occidentales tienen la naturaleza adecuada para un trabajo tan continuo y difícil en los planos astrales y mentales. Por lo tanto, algunas personas atraidas por la novedad mentales. Por lo tanto, algunas personas atraidas por la novedad del Hatha-Yoga y la aparente satisfacción que ofrecen los resultados físicos y visibles, empiezan ignorando sus dificultades y después de un período de esfuerzos se detienen, precipitando sobre sí consecuencias que son completamente indeseables.
La más grande objeción dirigida al Hatha Yoga es que concierne al hombre material y semi-material, o sea el cuerpo y lo que nos permite ganar se pierde con la muerte.
El "Bhagavad Guita" considera el tema describiendo lo que acontece en la siguiente manera: "Todos éstos, en verdad, estando versados en el sacrificio, ven sus pecados destruidos por los sacrificios. Pero sólo él que se alimenta de la ambrosía del sacrificio alcanzará la unión con el Ser Supremo." Esto quiere decir que la práctica del Hatha Yoga representa el simple sacrificio mismo, mientras que la otra clase es la ambrosía que surge del sacrificio o la "perfección del cultivo espiritual"que conduce al Nirvana. En Raj-Yoga o como lo llamaremos en el presente el Cultivo de la Concentración, encontramos los medios para alcanzar "la perfección del cultivo espiritual."
Al perfeccionarse la concentración, nos encontramos en una posición en que podemos usar el conocimiento que está siempre a nuestro alcance pero que ordinaria y continuamente nos elude. Lo que usualmente llamamos el saber, es simplemente una comprensión intelectual de las formas exteriores y visibles que ciertas realidades asumen. Por ejemplo, lo que designamos conocimiento científico de minerales y metales, es sólo una clasificación de los fenómenos materiales y una adquisición empírica. Sabemos para que sirven ciertos minerales y metales y cuales son algunas de sus propiedades. Sabemos que el oro es puro, blando, amarillo y extremadamente dúctil y por una serie de accidentes se ha descubierto que es útil en la medicina y en las artes. Pero aún en el presente existe una controversia todavía no completamente solucionada, es decir, si el oro se encuentra mecánica o químicamente en la veta sin refinar. Lo mismo acontece con los minerales, desde luego, las formas cristalinas se conocen y se clasifican.
Sin embargo, ha surgido una nueva teoría que se acerca mucho a la verdad, según la cual: en realidad no conocemos la materia como tal, sino que comprendemos sólo ciertos fenómenos que esta nos presenta, cuyos nombres son múltiples ya que los fenómenos cambian, por lo tanto tenemos el oro, la madera, el hierro, la piedra, etc. Pero la ciencia no admite el que los minerales, los metales y vegetales, tengan otras propiedades perceptibles sólo por otros sentidos aún no desarrollados. Pasando de los objetos inanimados a los hombres y mujeres a nuestro alrededor, esto común conocimiento intelectual no nos ayuda más que antes. Vemos cuerpos con nombres diferentes pertenecientes a varias razas, pero nuestro intelecto común no nos hace captar nada que trascienda los fenómenos externos. Supongamos que este hombre tenga un cierto carácter que se le ha asignado después de haber experimentado su conducta, pero es todavía provisional, pues ninguno de nosotros está preparado para decir que le conocemos en sus calidades positivas o negativas. Sabemos que existe más acerca de él de lo que podemos ver o razonar, pero no estamos capacitados para decir lo que es, pues nos elude continuamente. Así, cuando empezamos a contemplarnos, descubrimos que estamos tan ignorantes acerca de nosotros, como los somos acerca de nuestros compañeros, los seres humanos. De ésto ha surgido el dicho: "Cada hombre sabe lo que es, pero nadie sabe lo que llegará a ser."
En nosotros debe hallarse un poder de discernimiento cuyo cultivo nos permitirá conocer todo lo que deseamos saber. Los maestros de ocultismo afirman la existencia de tal poder y la manera para obtenerlo es mediante el cultivo de la concentración.
Por lo general, no percibimos ni creemos que el hombre interno, el custodio de estos poderes, deba crecer y llegar a la madurez, así como el cuerpo tiene que madurar antes de que sus órganos funcionen completamente. Con el término hombre interno, no quiero decir el ser superior, el Ishwara citado anteriormente, sino que la parte de nosotros llamada hombre astral, vehículo, y así sucesivamente. Todas estas palabras están sujetas a corrección, por lo tanto no debemos considerarlas rígidamente según los sentidos que diferentes autores les han dado. Entonces, recapitulando, tendremos: primero el cuerpo ahora visible, segundo el hombre interno, no el espíritu, y tercero el espíritu mismo.
Ahora, aunque es verdad que el hombre interno contiene latente en sí todo poder y particularidad asignadas al cuerpo astral, es igualmente cierto que estos poderes están, en la generalidad de las personas, todavía latentes o sólo muy parcialmente desarrollados.
Este ser interior está, por decirlo así, intrincadamente enredado en el cuerpo, célula por célula y fibra por fibra. Existe en el cuerpo más o menos como la fibra del mango existe en éste. En dicho fruto está la semilla interna con millares de sutiles fibras que se extiende de ahí hacia fuera a través de la pulpa amarilla alrededor, por lo tanto, al comerlo, resulta difícil distinguir entre la pulpa y la fibra. Así, el ser interior de que estamos hablando, no puede hacer mucho cuando está lejos de su cuerpo, el cual continua afectándolo. Por lo tanto, no es tan fácil abandonar el cuerpo a voluntad, vagando en el doble. Las historias que oímos acerca de ésto, según las cuales es algo simple de efectuar, podemos atribuirlas a la gran imaginación, vanidad u otras causas. Una gran causa que genera el error a cerca de estos dobles, consiste en el hecho que con mucha probabilidad el clarividente confunde una simple imagen del pensamiento de la persona con ella misma. Por éso, por motivos previamente aludidos, los ocultistas que conocen la verdad, consideran una hazaña muy difícil salir del cuerpo a voluntad y vagar por el mundo. Mientras la persona esté enredada con su cuerpo, es absolutamente necesario que primero extraiga la forma astral fibra por fibra, de la pulpa alrededor de la sangre, huesos, mucosidad, bilis, piél y carne, antes de llevarla por el mundo. ¿Es éso fácil? Su realización no es ni facíl ni rápida, ni siquiera se puede lograr en una sola operación. Debe ser el resultado de años de entrenamiento muy cuidadoso y numerosos experimentos. No se puede hacer conscientemente mientras el hombre interno no se haya desarrollado y haya llegado a ser más coherente y ser algo más que una irresponsable y temblorosa jalea. Este desarrollo y coherencia son el resultado de la perfección del poder de concentración.
Según lo que he aprendido de los experimentos y las enseñanzas, tampoco es cierto que ni aún cuando dormimos vagamos por el país, visitando a nuestros amigos y enemigos o probando los gozos mundanos en lugares distantes. En todo caso, cuando el ser humano ha adquirido alguna cantidad de concentración, es muy posible que abandone el cuerpo dormido, pero estos casos no se dan en la mayoría.
Casi todos nosotros permanecemos muy cerca de nuestra forma durmiente. No es necesario alejarse a fin de experimentar los diferentes estados de conciencia que es el previlegio de todo ser humano, sin embargo, no nos desplazamos a sitios distantes mientras no seamos capaces, y no conseguiremos serlo mientras no adquiramos el cuerpo etéreo necesario y éste no aprenda a usar sus poderes.
Ahora bien, este cuerpo etéreo tiene sus órganos que son la esencia o el verdadero cimiento de los sentidos que las personas describen. Nuestros ojos son simplemente los instrumentos mediante los cuales el verdadero poder de la vista puede ver. La oreja tiene su maestro interno, el poder de oír y así sucesivamente con cada órgano. Estos verdaderos poderes internos fluyen del espíritu al cual nos referimos al principio del artículo. Este espíritu se acerca a los objetos de los sentidos presidiendo sobre los diferentes órganos sensorios, por lo tanto, cada vez que se retira, los órganos son inoperables. Así, como en el caso de un sonámbulo que vaga con sus ojos abiertos y no ven nada, no obstante que los objetos están ahí y las distintas partes del ojo están perfectamente normales y sanas.
Por lo común, no existe línea de demarcación visible entre estos órganos internos y externos, la oreja interna está fuertemente encadenada con la externa para poder distinguirse aparte. Pero cuando la concentración ha empezado, los diferentes órganos internos comienzan a despertarse, liberándose de las cadenas de sus contrapartes corporales. Así, el ser humano principia a duplicar sus poderes. Sus órganos corporales no se dañan sino que permanecen para el uso en el plano al cual pertenecen y el individuo adquiere otro conjunto, que puede usar separadamente de los otros en el plano de la naturaleza adecuado a ellos.
A veces, constatamos casos en los cuales, mediante ciertos medios, el desarrollo de algunas partes de este cuerpo interno trasciende el resto. Por ejemplo, si sólo la cabeza interna está desarrollada, tal individuo podrá ver u oír clarividentemente, si se desarrolla sólo una mano aparte del resto, todo los demás órganos estarán temblorosos y nebulosos. Si la persona desarrolla la mano derecha, podrá acumular algunas experiencias que pertenecen al plano de la naturaleza de ella, es decir el lado positivo del tacto y de la sensación.
Pero estos casos anormales indican la carencia de concentración. Estas personas han simplemente proyectado una porción, al igual que la langosta emite su ojo al final de la estructura que la contiene. Tomemos por ejemplo un individuo que, así curiosamente ha desarrollado uno de los ojos internos, digamos el izquierdo, el cual está relacionado con un plano de la naturaleza distinto al de la mano, por lo tanto, los resultados de las experiencias son igualmente diferentes. Tal persona será clarividente de un cierto orden, capaz de reconocer sólo lo perteneciente a su limitado desarrollo, ignorando completamente las otras numerosas cualidades inherentes en la cosa vista o sentida, ya que los órganos necesarios para captarlas no han sido desarrollados. Será como un ser bidimensional el cual no puede saber nada del conocimiento de los seres tridimensionales, o como nosotros comparados a entidades cuadridimensionales.
Durante el curso del desarrollo de este cuerpo etéreo, se deben observar diversas cosas.
Principia teniendo una apariencia nebulosa y vacilante con algunos centros de energía debidos a la incipiencia de los órganos que corresponden al cerebro, al corazón, a los pulmones, al bazo, hígado y así sucesivamente. Sigue el mismo curso de desarrollo de un sistema solar y en realidad lo gobierna y lo influencia el sistema solar al cual el mundo pertenece, donde los seres pueden encarnarse. En nuestro caso, lo rige nuestra orbe solar.
Si mantenemos la práctica de la concentración, esta masa nebulosa empieza a adquirir coherencia y a formarse en un cuerpo dotado de diferentes órganos que al crecer deben ser usados. Por lo tanto, tendremos que probarlos y experimentarlos. En realidad, al igual que un niño, el cual antes de andar gatea, así también este hombre etéreo debe hacer lo mismo. Pero, así como un niño puede ver y oír más allá de lo que puede gatear o andar, igualmente este ser, por lo usual, empieza a ver y oír antes de que pueda abandonar la vecinidad del cuerpo para un viaje lejano.
Entonces, ciertos obstáculos empiezan a manifestarse, pero si los entendemos propiamente, nos proporcionarán buenas y substanciales razones para la práctica de las distintas virtudes encontradas en los libros sagrados y naturalmente incluidas en la expresión Hermandad Universal.
Uno de estos obstáculos consiste en el hecho de que a veces, dicho nebuloso cuerpo en formación, es sacudido violentamente, jalado aparte o explotado en fragmentos que tienen la tendencia de retornar al cuerpo, asumiendo el mismo enredamiento mencionado al principio. La causa de ésto es el enojo, motivo por el cual los sabios insisten en la necesidad de la calma. Cuando el estudiante permite que la cólera se despierte, el cuerpo astral siente instantáneamente su influencia que se manifiesta como un temblor incontrolable, el cual empieza en el centro, separando violentamente las partículas que ya eran coherentes. Si se le permite continuar, desintegrará la masa completa que reasumirá su lugar natural en el cuerpo. Por lo tanto, tardará mucho tiempo antes de que el cuerpo etéreo pueda ser credo nuevamente. Cada vez que ésto suceda, el resultado será el mismo, sea cual sea la causa del enojo. En este estudio no existe tal cosa como "una justa cólera" para escapar a estas inevitables consecuencias. No importa si nuestros "derechos" hayan sido injustos y flagrantemente invadidos o no. El enfado es una fuerza que siempre manifestará sus efectos. Por lo tanto, debemos rigurosamente evitar de enojarse y no podremos lograrlo si no cultivamos la caridad y el amor, o sea la absoluta tolerancia.
Aún, sin que exista la cólera, puede acontecer otra cosa. La forma etérea puede haber asumido bastante coherencia y definición, pero se observa que, en lugar de ser pura, clara y fresca, empieza a tomar un color nebuloso y desagradable, el precursor de la putrefacción, que invade cada parte y mediante sus efectos detiene cualquier progreso ulterior, reaccionando al final sobre el estudiante, causando nuevamente la manifestación de la cólera. Este es el efecto de la envidia, la cual no es algo de poca importancia que no produzca resultados físicos. Tiene una acción poderosa tan fuerte en su propio campo como el enojo. No sólo obstruye en desarrollo ulterior, sino que atrae a la cercanía del estudiante, millares de seres malévolos de toda clase que se precipitan sobre él despertando y atrayendo toda pasión depravada. Por lo tanto, debemos extirpar la envidia y no es posible hacerlo mientras se permita a la idea personal permanecer en nosotros.
La vanidad produce otro efecto sobre el cuerpo etéreo, ésta representa la gran ilusión de la naturaleza, generando ante el alma toda clase de imágenes malas y erróneas, obscureciendo mucho nuestro juicio, abriendo así el sendero al enojo o a la envidia, o si continuamos por ese camino, causas externas pueden precipitar una destrucción violenta sobre el ser, como en el siguiente caso que me relataron. Un hombre había adelantado considerablemente, pero al final permitió que la vanidad tomara el control. Esto generó la presencia en su visión interna de imágenes e ideas de lo más extraordinario, las cuales lo afectaron tanto que atrajo a su esfera hordas de elementales que raramente los estudiantes conocen y que son casi indiscriptibles en inglés. Estos, según su naturaleza, lo asediaron y un día produjeron alrededor del plano de su cuerpo astral un efecto parecido, en algunos aspectos, a aquel que sigue a una explosión de los más poderosos explosivos conocidos por la ciencia. Por consecuencia, su forma etérea se fracturo tan repentinamente que por repercusión toda la naturaleza del hombre se alteró y pronto murió en una casa de locos después de haber cometido los más horribles excesos.
La vanidad se puede evitar sólo cultivando constante y cuidadosamente aquella impersonalidad y pobreza de corazón que ambos Jesús de Nazareth y Buda aconsejaron.
Otro obstáculo es el miedo, que no es el peor de todos y desaparece al adquirir el conocimiento, ya que el miedo es siempre el hijo de la ignorancia. Su efecto hace marchitar la forma etérea, la coagula y contrae. Pero, a medida que el conocimiento incrementa, esa contracción disminuye permitiendo que la persona se expanda. El miedo es comparable a la frigidéz de la tierra y siempre procede por el proceso de refrigeración.
El que se dedica al cultivo de la concentración esporádicamente, no alcanzará el éxito, pues ésto es algo que fluye de una "posición firme, asumida respecto al fin que nos proponemos y manteniéndola regularmente." Los estudiantes del siglo diecinueve, están demasiado inclinados a pensar que el éxito en ocultismo sea alcanzable de la misma manera que aquello escólastico y universitario, o sea leyendo y aprendiendo las palabras impresas. Un conocimiento completo acerca de las todo lo que se ha escrito sobre la concentración, no proporcionará ningún poder en la práctica de lo que trato. Dicha escuela se burla del conocimiento enciclopédico, con ésto no quiero decir que se deba evitarlo, sino que esta clase de adquisición sin la concentración es tan inútil como la fe desprovista de las obras. Creo que en algunos lugares se le denomina "simple conocimiento del ojo." En realidad es ésto, como es la cultura más respetada en nuestra época degenerada.
Cuando empezamos estos artículos, denominamos a la verdadera práctica con el término Raj Yoga, que descarta las mociones y posturas físicas y las recetas relacionadas solamente a la personalidad corriente, dirigiendo al estudiante hacia la virtud y el altruismo como base de partida. Esto se rechaza más a menudo de lo que se acepta. En los últimos 1.800 años, se ha hablado acerca de los Rosacruces, los Adeptos Egipcios, los Maestros Secretos, la Cabala y los maravillosos libros mágicos, acerca de los cuales, los estudiantes sin guía, atraidos por estos temas, piden informaciones buscando en vano la entrada del templo del conocimiento anhelado pues creen que las reglas de las virtudes son para los niños del catecismo y no para éllos. Por lo tanto, existen libros en cada idioma europeo que tratan de los ritos, las ceremonias, las invocaciones y otras cosas oscuras que conducirán sólo a la perdida de tiempo y dinero. Algunos de estos autores tenían sólo un "simple conocimiento del ojo" y su reputación se la conferían personas que sabían aún menos. El supuesto gran hombre, sabiendo lo fatal que sería para su reputación reconocer la escasez de su conocimiento práctico, charla de "proyecciones, elementales, de la piedra y del elixir filosofal", mientras oculta con discreción a sus lectores, la escasez de lo que adquirió y la inseguridad de su estado mental. Que el buscador sepa definitivamente que no podemos descartar ni ignorar las virtudes, pues deben convertirse en parte integral de nuestra vida y debe comprenderse su base filosófica.
Alguien podría preguntar si tendremos éxito en el cultivo de la concentración practicando solo las virtudes. La respuesta es no, no en esta vida, tal vez un día en un existencia futura. La vida de virtud acumula mucho mérito, el cual en un momento dado puede originar el nacimiento de una persona en una familia sabia, donde quizás pueda empezar la verdadera práctica de la concentración, o, como se lee en el "Bhagavad Guita", puede hacer nacer a un individuo en una familia de devotos o personas muy adelantadas en el sendero. Sin embargo, Krishna dice que tal nacimiento es difícilmente alcanzable, por lo tanto, las solas virtudes no nos conducirán siempre a nuestro objetivos en breve tiempo.
Debemos decidirnos a vivir una vida de constante trabajo siguiendo esta linea. Los perezosos y los que anhelan los gozos, pueden abandonar este intento al umbral, quedándose satisfechos con los senderos placenteros señalados por los que "temen a Dios y honoran al Rey." Se deben cruzar inmensos campos de investigación y experimientos, encarar peligros inimaginables y fuerzas desconocidas, por lo tanto se debe superar todo ésto, pues, en tal lucha, ninguno pide ni recibe ninguna piedad. Se debe encontrar y comprender una gran cantidad de conocimiento. El reino del cielo no se obtiene pidiéndolo, sino que se debe tomar por la fuerza. La única manera mediante la cual podemos obtener la voluntad y el poder para capturar y mantener la presa, consiste en adquirir las virtudes por un lado y comprendernos detalladamente por otro. Algún día, empezaremos a percibir porque no debemos ignorar un pensamiento pasajero, ni perder una sensación transitoria. Podemos comprender que todo esto no es una tarea simple, sino que gigantesca. ¿Han alguna vez reflexionado que el simple pasaje de una imagen o una palabra que se pierde instantáneamente en la corriente del mundo, podría ser el cimiento para un sueño que envenenerá la noche, reaccionando sobre el cerebro al día siguiente? Debemos examinar cada uno de ellos. En el caso en que no los hayamos notado, al día siguiente, al despertar, debemos volver a examinar cada palabra y circunstancia del día anterior, buscando lo que se perdió, como hace el astrónomo en el espacio. De igual manera, aún sin dicha razón particular, debemos aprender a volver a examinar nuestros días, considerando cuidadosa y detalladamente todo lo que pasó, y se filtró al cerebro. ¿Es ésta una tarea simple?
Volvamos para un momento a los falso adeptos, los supuestos Maestros aun sean bien intencionados o no. Consideremos a Eliphas Lévi, que escribio muchas cosas buenas y cuyos libros contienen una gran cantitad de misteriosas alusiones. Sin embargo, él se condena con su propia boca, pues relata con gran pompa el ascenso de la sombra de Apolonio. Resultó necesario hacer muchas preparaciones diferentes y en tal noche se cumplieron absurdas acciones de necromancia. ¿Cuál fue el resultado? ¿Por qué dicha sombra apareció solo por algunos segundos y Lévi afirmó que nunca volvieron a intentar algo semejante? Cualquier medium capaz de hoy, podría contactar la sombra de Apolonio sin preparación y si Lévi era un adepto, habría podido ver al difunto tan fácilmente como si mirara su imagen en uno de sus libros. Pero estos intentos esporádicos y externas preparaciones, no nos permiten ganar nada, sin embargo, perjudican a aquellos que los practican. Ocuparse superficial e insensatamente de las prácticas de los Yogis hindúes no comprendidas e inadecuadas, como hacen algunos teósofos americanos, resultará en efectos peores que el del apócrifo intento de Eliphas Lévi.
Como debemos tratar con nuestra mente occidental que no está acostumbrada a tales cosas y está llena de una falsa disciplina y de una lógica aún más falsa, debemos empezar donde nos encontramos, examinando nuestras posesiones actuales y crecer para conocer nuestros poderes corrientes y mecanismo mental. Una vez hecho ésto, podemos proceder a considerarnos en la manera que generará el mejor resultado.
- Ramatirtha -
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