Yo sólo espero que llegue la noche para poder dormir.
Darán las once -no es la hora todavía de que se acuesten los niños-.
Un poco más y podré cerrar los ojos hasta mañana.
El día me despertará con la misma disculpa de siempre.
Le perdonaré, sí.
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Yo sólo deseo que pase el tiempo y por fin llegue la muerte. Que pase sobre mi cabeza y mi cuerpo corriendo hasta que pueda decir basta, ya me has bautizado, nada nuevo sucederá si dejas caer sobre mí el agua y tus bendiciones.
Sólo deseo eso. Que pase el tiempo deprisa, que llegue la vejez y ya nada importe, sólo lo que a solas en mi corazón sobreviva, sólo lo que me acompañe hasta allí y también allí todo eso me abandone.
De “De mí haré una estatua ecuestre” 1997
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