Un día en el que yo guardaba sueños,
apareciste silenciosa y vacilante,
tras una cortina de eucaliptos verdes.
Volvías de un abismo, superando olvidos,
con ansias de regresar muy pronto.
Tuve miedo de atrapar esos sueños,
aquellos que una vez me engañaron,
al prometerme poder vivir sin sufrir.
Nacieron sombras, callaron voces,
se apagó la luz que alumbraba el camino
y soporté angustias por penas viejas,
las mismas que regresan cuando te deseo.
Al darme un beso recobré mis fuerzas,
pero fui cobarde. ¡Tuve miedo de amar!