Cuando la aurora desplegó sus alas boreales
y se cubrió de rosas la sábana impoluta,
se tornaron carmines fluyentes manantiales
de dolor y de vida en tu carne enjuta
Y un penetrante olor a enredadera desgarrada,
afloró de los labios generosos, fecundos,
y tus cabellos revueltos sobre la almohada
eran negras guirnaldas. Tus gemidos profundos
se fueron suavizando y apareció la vida,
tan generosa y tierna, con levedad de trino;
Un nuevo amor, y de felicidad henchida,
con tu aliento de madre trazabas el camino
de otro ser más pequeño. Madre, ríe y llora
de emoción, con ese florecido capullito
que ya sobre tu corazón reposa ahora,
el que será tu dicha, tu gloria y tu infinito.
Y en las profundidades de tu alma hermosa
te quedarás sumida de plácidos amores
mientras se sanará tu martirizada rosa,
para volver a sus antiguos esplendores.
Y tu rostro de nardos será un cielo de estrellas
abierto al alba y a la risa eternamente
y de todo dolor se borrarán las huellas
y un bello sol te sonreirá muy esplendente.
DE UN GRUPO AMIGO