Si algo "sale mal", me pregunto automáticamente:
¿por qué a mí? No está mal preguntarse
por qué ha sucedido algo, pero
no me dejo atrapar por las cavilaciones al punto
de perder de vista la realidad de Dios.
Dentro de mí existe la amorosa presencia de Dios.
Por eso, en situaciones que amenazan abrumarme,
puedo elegir: preocuparme por lo que está sucediendo
o tranquilizarme con la seguridad de que,
suceda lo que suceda, Dios estará conmigo.
Aun en situaciones donde parece no haber alternativa,
siempre la hay. Una de las mejores alternativas
que puedo escoger es confiar en Dios.
Al escoger a Dios elijo ver un sentido
en todo lo que suceda.
Y lo más significativo es que me estoy abriendo al amor
y la buena voluntad de Dios.
Puedo elegir y elijo a Dios.
Con Amor en mi corazón
Graciela Pellejero
"Elegid hoy a quién vais a servir...
Por mi parte, mi familia y
yo serviremos al Señor".
Josué 24, 15