En mi silencio te escuché, callada hasta el amanecer en mi quietud nocturna tu voz oía, el viento traía ecos de tus palabras. Lluvia y lágrimas se fusionaban. El sol al amanecer me llevaba a los días de playa en las blancas arenas, mi piel te sentía. Y al saber que te habías ido nada importaba, tu recuerdo aquí estaría entre el silencio que yo escuchaba, esperando que fueras pasado y mi sosiego me llevara al gozo que tu recuerdo ya no me hiriera y lo nuevo aflorara.