los vivos para resucitar. Para evitarlo, los poblados celtas ensuciaban
las casas y las "decoraban" con huesos, calaveras y demás cosas
desagradables, de forma que los muertos se guiaran por medio de estos
hasta llegar a un lugar mejor. De ahí viene la tradición de decorar
con motivos siniestros las casas en la actual víspera de todos los
santos y también los disfraces.
El recorrido infantil en busca de golosinas probablemente enlace con la tradición neerlandesa de la Fiesta de San Martín.
Se dice que la noche de Halloween, la puerta que separaba el mundo
de los vivos del Más Allá se abría y los espíritus
de los difuntos hacían una procesión en los pueblos en los que
vivian.
En esa noche los espíritus visitaban las casas de sus familiares
y para que los espíritus no les perturbasen los aldeanos
debían poner una vela en la ventana de su casa por cada
difunto que hubiese en la familia. Si había una vela
en recuerdo de cada difunto los espíritus no molestaban
a sus familiares, si no era así los espíritus les perturbaban
por la noche y les hacían caer entre terribles pesadillas.
Fuente: Wikipedia