Nada se enseña ni se aprende de forma definitiva,
porque el proceso de vivir es una renovación continua.
Pensar es justamente eso: salirse de lo consabido,
de lo garantizado, de aquello que ya se petrificó
en la mente y que, como toda piedra, representa lo sólido y firme.
Es atreverse a abandonar lo sólido
y firme por aquel otro valor:
la vida renovada continuamente.
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