Las que se conforman con ser como Dios las hizo,
aprenden a contentarse con lo que tienen y no se
preocupan mucho por el qué dirán. Quienes se afanan
por cumplir con lo que —a su entender— otros esperan
de ellos, en realidad se echan a cuestas un enorme
peso. La humildad, por el contrario, es senda de libertad.
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