Yo dejé de oir los sonidos del arrebol Y el aroma de las flores de apreciar, De ver los áureos reflejos del poner-del-sol Dejé... Por ti yo dejé... de tanto amar.
Yo olvidé tantas cosas, sueños tantos, Que me hé afastado de mucha pasion antigua: Lecturas, preces, meditaciones, sus encantos, Hasta la poesía - compañera y siempre amiga...
.
Si, de tanto amar, a tanto he renunciado, Me gustaría creer que hoy puedo, sin
amarras, comentar El sueño equivocado de que finalmente
he despertado, Sofocante, egoísta y seductor... de tanto amar.
Pero, con el ciclo de las pasiones a
moverse nuevamente, Es inútil prevenirme de esta constatación: Que razón y emoción son uno mixto incoerente, Traducido en amor... desvarío... excitación...
Porque ahora la conciencia, prudentemente,
me dice, Lo mismo que el corazón insiste en revelar: Que de nuevo libre estoy, para ser - o no ser - feliz O para, una vez más, agotarme... de tanto amar.