Si me preguntáis en dónde he estado debo decir "Sucede". Debo de hablar del suelo que oscurecen las piedras, del río que durando se destruye: no sé sino las cosas que los pájaros pierden, el mar dejado atrás, o mi hermana llorando. Por qué tantas regiones, por qué un día se junta con un día? Por qué una negra noche se acumula en la boca? Por qué muertos?
Si me preguntáis de dónde vengo tengo que conversar con cosas rotas, con utensilios demasiado amargos, con grandes bestias a menudo podridas y con mi acongojado corazón.
No son recuerdos los que se han cruzado ni es la paloma amarillenta que duerme en el olvido, sino caras con lágrimas, dedos en la garganta, y lo que se desploma de las hojas: la oscuridad de un día transcurrido, de un día alimentado con nuestra triste sangre.
He aquí violetas, golondrinas, todo cuanto nos gusta y aparece en las dulces tarjetas de larga cola por donde se pasean el tiempo y la dulzura. Pero no penetremos más allá de esos dientes, no mordamos las cáscaras que el silencio acumula, porque no sé qué contestar: hay tantos muertos, y tantos malecones que el sol rojo partía, y tantas cabezas que golpean los buques, y tantas manos que han encerrado besos, y tantas cosas que quiero olvidar.
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