Llueve. Llueve desde hace días.
Hoy desperté con una sensación de tibia soledad.
Desde mi hamaca escucho el chasquido parejo de la lluvia.
Días atrás los chicleros mataron un gran tigre: me dolió, pero me gustaría llevarme la piel para que en ella duermas.
Ayer salí a caminar bajo la lluvia en ruinas: un día estaremos juntos paseando entre estos árboles, contemplando estas piedras.
La lluvia hace sentir un aire tembloroso que llega hasta los huesos y se va por segundos y regresa más callado que antes todavía.
Doy gracias a la lluvia. Gracias a la mañana que avanza con paso sigiloso.
Gracias al jaguar que dejó su huella sobre la tierra blanda
de la selva. Gracias a mi hamaca compañera, al cielo desatado,
a mi memoria niña de siete meses que arranca desde tu primer día.
II
Viene la noche pariendo niebla Soplando lenguas de líquido dolor
Viene la lluvia pasos de tigrillo Viene la noche tapir ciego Viene el hambre puma grande Viene mi hijo sonrisa de la selva Fruto silvestre Tempestad de alegría
Mi hijo viene guacamaya
Viene mi hijo quetzal Viene el tigre niño Viene Balam Balam Balam
Se alegra y se retira la noche nauyaca
Atrás viene la gran Luna con pasos de tortuga.
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