Vivo tu lejanía
vagando por la luz de tu espejismo,
me abrasa esta locura, este exorcismo
de tu presencia, de tu cercanía.
Una tristeza fría
galopa por mis venas, el abismo
me llama a un dulce vuelo, a un bautismo
en tu mar de pasión, de hechicería.
Porque saben mis cuitas
las sombras de la noche merodean,
las flores del jardín amarillean
y las hojas del roble están marchitas.
Añoro nuestras citas.
Espero que los nuevos tiempos sean
como tierras salvajes que verdean
salpicadas de blancas margaritas.
Ya está la primavera
asomada a la orilla del camino,
se oye su canto mágico, ese trino
encantado de dicha venidera.
Tu ardiente enredadera
se enrosca en mi presente, en mi destino,
y tu abrazo es el éxtasis divino
que ilumina la noche de la espera.
Emma-Margarita R. A.-Valdés
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