Acompáñame, ven. Por el camino encontraremos perros y cristales, semáforos en rojo y cerradas las verjas de los jardines secos donde la arena ahoga los linderos bordados de flores humilladas. Pero no importa. Ven. Encontraremos rostros adustos, dientes como garras, violentos gestos y feroces gritos... Con manotazos bruscos tratarán de alcanzarnos. Pero, juntos, tú y yo seguiremos la ruta, sonrosada y alegre, que no marcan los mapas sobre el gris del asfalto. A cada instante nos propondrá el deseo un alto vuelo. Acompáñame, ven. Te invito a un largo viaje contra el viento, sin coche ni maletas. Dejaremos atrás placeres preceptivos y a tanto triunfador con las cartas marcadas. Buscaremos el norte. Buscaremos un alto bosque frondoso y el rumor marino. Y, cercana la hora del silencio, cuando el sol se derrama como un ámbar y encierra en su cristal rocas y espumas, brindaremos, alegres, con la mirada absorta ante la inmensidad del mar y del olvido.
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